Gaudí utilizó la técnica del enmoldado con yeso, una técnica que
ya utilizaban los griegos y llegó al summum del
conocimiento de la técnica con el enmoldado de personas vivas, una
técnica que empleó para las esculturas de la fachada del Nacimiento.
El protagonista debía vestirse con las túnicas
pertinentes, o desnudarse si así lo requería la figura representada, y recibía
el yeso sobre el cuerpo hasta que se formaba una carcasa rígida. El proceso
solamente duraba unos pocos minutos, a pesar de lo cual alguno que no resistió
a la sensación y se desmayó.
Gaudí escogió a la gente que tenía más cerca para hacer la fachada; inmortalizó a peones de obra, feligreses, niños de la parroquia… eligió personajes completamente desemejantes: hay desde obispos hasta traperos, de suboficiales a cabreros, mozos de taberna o peones de la obra. Y es que, más que la «belleza plástica», lo que realmente le interesaba era la verdad expresiva de la gente. Gaudí veía en la verdad de la vida el reflejo de la belleza eterna y en cada ser, un trocito de Dios. Por ello, siempre había una cierta relación entre el modelo seleccionado y el personaje que debía representar. De esta manera, los niños de la escuela se convirtieron en ángeles para la cripta y los recién nacidos muertos en el hospital sirvieron de modelos para la matanza de los inocentes; también fue así, buscando esta semejanza en la esencia, como eligió los modelos para las esculturas más importantes de la fachada.
Por ejemplo, para hacer de Virgen María, Gaudí escogió una
soltera madura y tan piadosa que quería ir a pie hasta Tierra Santa, pero
cuando estaba en Premià de Mar, a veinte kilómetros de Barcelona, dijo «¡Dios
mío, qué lejos está!», cogió el tren y se volvió a casa. Para san José encontró
el modelo ideal en un cantero que había faltado a la obra varios días seguidos;
cuando fue a verle, se lo encontraron en el suelo sobre un jergón de paja
desgarrado, al lado de su mujer que rogaba que se recuperase. Y para el
niño Jesús en el pesebre escogió a una recién nacida real de pocos meses: la nieta
del escultor y gran amigo suyo, Llorenç Matamala.
Gaudí también utilizó la técnica del enmoldado con animales. De ese modo, los pavos, las gallinas y las ocas eran de una masía vecina. No obstante, el caso más anecdótico es el de burra del grupo escultórico de la huida a Egipto. Para comenzar, le tuvieron que comprar el animal a una vieja vendedora de tierra que pasaba a menudo por estos barrios y que vendía tierra para lavar las vajillas porque no quiso ceder la burra. Sin embargo, el animal no se dejaba enmoldar, así que Gaudí hizo que la izasen sujeta por el vientre; al sentirse suspendida, espantada, se quedó quieta y, entonces, sí que fue enmoldada fácilmente.
Fuente: blog de la Sagrada Familia. Barcelona
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