Nuestra Señora del Rosario Coronada, patrona de Cádiz
Fuente: OndaPasion.com
SUGERENCIAS DE SAN JUAN
PABLO II PARA ORAR CON EL ROSARIO
Juan
Pablo II, en su Carta Apostólica “El Rosario de la virgen María”, nos invita a
fijar nuestra atención en estos puntos:
Ø INICIO
Conviene,
después de hacer la señal de la Cruz, iniciar el rezo del Rosario con alguna
oración, jaculatoria o salmo que “disponga el ánimo para la contemplación”. Sugeriremos
a modo de ejemplo algunas oraciones extraídas de la liturgia que nos pueden
ayudar a entrar en la temática de los distintos misterios de cada día. Nos sirven
para rescatar así esos pasajes que, quizás a veces, nos pasan desapercibidos, y
que contienen una gran riqueza.
Ø ENUNCIAR
LOS MISTERIOS QUE VAMOS A CONTEMPLAR
“Es
como abrir un escenario en el cual concentrar la atención. Las palabras
conducen la imaginación y el espíritu a aquel determinado episodio de la vida
de Cristo”.
Ø EVANGELIO
Leer el pasaje del Evangelio
correspondiente al misterio enunciado.
“La palabra de Dios debe ser
escuchada con la certeza de que es pronunciada por Dios para hoy y para mí”.
Ø UN
MOMENTO DE SILENCIO
Hacer
un momento de silencio después de escuchar el pasaje evangélico, para realizar
una pequeña reflexión.
“La
escucha y la meditación alimentan el silencio. Es conveniente esperar unos
momentos antes de iniciar la oración vocal para fijar la atención sobre el
misterio meditado”.
Ø ENTENDER
Entender
el sentido del rezo de las oraciones vocales.
En
el Padrenuestro “Jesús nos lleva siempre al Padre, al cual se dirige continuamente,
porque descansa en su seno. Él nos quiere introducir en la intimidad del Padre
para que digamos con Él: Abba, Pater”.
Las
diez Avemarías “…nos acercan a la complacencia de Dios: es júbilo, asombro,
reconocimiento del milagro más grande de la historia. Es el cumplimiento de la
profecía de María: desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada”.
Rezando
el Gloria descubrimos que “Cristo es el camino que nos conduce al Padre en el
Espíritu. Si recorremos este camino hasta el final nos encontramos
continuamente ante el misterio de las tres personas divinas que se han de adorar,
alabar y agradecer”.
Ø FINAL
DE CADA MISTERIO
Terminar
cada misterio rezando una oración, salmo o jaculatoria, que podemos variar
según nos dicte el tiempo litúrgico o nuestra devoción personal. Sugeriremos algunas
a modo de ejemplo.
“Parece
oportuno señalar que la contemplación de los misterios puede expresar mejor toda
su fecundidad, si se procura que cada misterio concluya con una oración
dirigida a alcanzar los frutos específicos de la meditación del misterio
llegando, de este modo, a imitar lo que contienen y a conseguir lo que prometen”.
Ø REZAR
LAS LETANÍAS
Finalmente,
“¿cómo asombrarnos si al final de esta oración, en la cual se ha experimentado
íntimamente la maternidad de María, el espíritu siente necesidad de dedicar una
alabanza a la Santísima Virgen, bien con la espléndida oración de la Salve,
bien con las letanías lauretanas?
Ø ENCOMENDAR
Encomendar
en el Rosario las intenciones del Papa, de la Iglesia Universal y local, la paz
del mundo, la unión de las familias, y tantas otras intenciones que podemos
poner en manos de María
En
el Rosario contemplamos escenas, gestos de Jesús, imágenes de su vida. Eso nos
llena de afectos y buenos deseos. Es hora de ordenarlos y guardarlos en nuestro
corazón, como hacía la Virgen. Ponderarlos y convertirlos en propósitos
concretos, pidiendo ayuda al Señor para ponerlos por obra.
Y
si alguna palabra o frase del Evangelio nos toca el corazón, podemos “llevarla”
a casa y nos ayudará a tener presencia de Dios durante el resto del día.
Fuente:
Orar con el Rosario. Cristina González Alba. Bilbao, 2005