sábado, 31 de diciembre de 2022
Villancico (XI)
Fallece Benedicto XVI
El Papa emérito ha fallecido a las 9:34 horas de esta mañana en el monasterio Mater Ecclesiae, en el Vaticano, tras una vida de servicio sin fisuras a la Iglesia. Tenía 95 años. Eminente profesor y teólogo preclaro, sorprendió al mundo con su renuncia al papado en febrero de 2013.
Un trabajador sencillo y humilde de la viña del Señor. Con estas palabras se presentó al mundo al ser elegido Papa en 2005. Esta imagen de la JMJ de Madrid en 2011 rescata el momento más bonito que yo he vivido junto a Benedicto XVI: la tormenta de la noche de la Vigilia en Cuatro Vientos en agosto de aquel año en Madrid. Cuando paró la lluvia sonrió y nos dijo que habíamos vivido una aventura juntos. Grande.
viernes, 30 de diciembre de 2022
jueves, 29 de diciembre de 2022
miércoles, 28 de diciembre de 2022
martes, 27 de diciembre de 2022
lunes, 26 de diciembre de 2022
CURSO DE LITURGIA
ELEMENTOS NATURALES DE LA LITURGIA (II)
Otros
elementos y símbolos litúrgicos principales que emplea la Iglesia, su
significado y su uso, son:
Ø AIRE
El soplo del Creador infundió vida
al hombre. Y el de Jesús resucitado comunicó a los apóstoles el Espíritu Santo.
En el rito bautismal, ha figurado el soplo como signo de expulsión de Satanás,
del alma del bautizado.
Ø ACEITE
En la vida espiritual, simboliza:
fortaleza espiritual y corporal, valor curativo y conservativo de carácter espiritual,
efusión de la gracia, santificación e inhabitación del Espíritu Santo y
testimonio cristiano, comunicación del poder divino y consagración de objetos
sagrados. Y por eso se usa como materia en algunos sacramentos:
o
En el bautismo, el óleo de los
catecúmenos se coloca en el pecho. Simboliza la fortaleza y la agilidad
espiritual.
o
El crisma se compone de aceite y
bálsamo. Se usa en el bautismo, confirmación y consagración de sacerdotes, obispos,
cálices, altares, patenas, Iglesias. Todo cristiano tiene que exhalar el suave
olor de la santidad, el suave olor de Cristo, como dice San Pablo. En la
ordenación sacerdotal se ungen las manos; en la episcopal, la cabeza.
o
Óleo de los enfermos: vehículo para la
gracia divina, y para la salud del cuerpo y del alma.
Se
usa para el alumbrado propiamente litúrgico, es decir, para las Misas y demás
sacramentos y sacramentales. La vela encendida sirve para simbolizar a
Cristo-Luz del mundo y significar la fe y la oración de los fieles en presencia
del Señor.
Ø PAN
Y VINO
Son
la base del alimento corporal del hombre. Simbolizan, al convertirse en
verdadero Cuerpo y Sangre de Cristo, que la Eucaristía es alimento
indispensable de todos los cristianos. Son los signos del sacrificio de su
Cuerpo y Sangre como manjar espiritual del alma. El pan, hecho de muchos
granos, y el vino, de muchos racimos, son símbolo de la unión intima entre los
cristianos. Simbolizan también la unidad de la Iglesia y de los cristianos con Cristo
y entre sí, pues compartir el mismo pan y el mismo vino son signos de
fraternidad, amistad y unidad.
Fuente: Curso de Liturgia. (Cf) Pedro Sergio Antonio Donoso Beant
domingo, 25 de diciembre de 2022
EL BELÉN DE LA FACHADA DE LA NATIVIDAD DE LA SAGRADA FAMILIA DE BARCELONA
Gaudí utilizó la técnica del enmoldado con yeso, una técnica que
ya utilizaban los griegos y llegó al summum del
conocimiento de la técnica con el enmoldado de personas vivas, una
técnica que empleó para las esculturas de la fachada del Nacimiento.
El protagonista debía vestirse con las túnicas
pertinentes, o desnudarse si así lo requería la figura representada, y recibía
el yeso sobre el cuerpo hasta que se formaba una carcasa rígida. El proceso
solamente duraba unos pocos minutos, a pesar de lo cual alguno que no resistió
a la sensación y se desmayó.
Gaudí escogió a la gente que tenía más cerca para hacer la fachada; inmortalizó a peones de obra, feligreses, niños de la parroquia… eligió personajes completamente desemejantes: hay desde obispos hasta traperos, de suboficiales a cabreros, mozos de taberna o peones de la obra. Y es que, más que la «belleza plástica», lo que realmente le interesaba era la verdad expresiva de la gente. Gaudí veía en la verdad de la vida el reflejo de la belleza eterna y en cada ser, un trocito de Dios. Por ello, siempre había una cierta relación entre el modelo seleccionado y el personaje que debía representar. De esta manera, los niños de la escuela se convirtieron en ángeles para la cripta y los recién nacidos muertos en el hospital sirvieron de modelos para la matanza de los inocentes; también fue así, buscando esta semejanza en la esencia, como eligió los modelos para las esculturas más importantes de la fachada.
Por ejemplo, para hacer de Virgen María, Gaudí escogió una
soltera madura y tan piadosa que quería ir a pie hasta Tierra Santa, pero
cuando estaba en Premià de Mar, a veinte kilómetros de Barcelona, dijo «¡Dios
mío, qué lejos está!», cogió el tren y se volvió a casa. Para san José encontró
el modelo ideal en un cantero que había faltado a la obra varios días seguidos;
cuando fue a verle, se lo encontraron en el suelo sobre un jergón de paja
desgarrado, al lado de su mujer que rogaba que se recuperase. Y para el
niño Jesús en el pesebre escogió a una recién nacida real de pocos meses: la nieta
del escultor y gran amigo suyo, Llorenç Matamala.
Gaudí también utilizó la técnica del enmoldado con animales. De ese modo, los pavos, las gallinas y las ocas eran de una masía vecina. No obstante, el caso más anecdótico es el de burra del grupo escultórico de la huida a Egipto. Para comenzar, le tuvieron que comprar el animal a una vieja vendedora de tierra que pasaba a menudo por estos barrios y que vendía tierra para lavar las vajillas porque no quiso ceder la burra. Sin embargo, el animal no se dejaba enmoldar, así que Gaudí hizo que la izasen sujeta por el vientre; al sentirse suspendida, espantada, se quedó quieta y, entonces, sí que fue enmoldada fácilmente.
Fuente: blog de la Sagrada Familia. Barcelona
sábado, 24 de diciembre de 2022
"NOCHE DE PAZ"
El villancico que provocó una
tregua en la Primera Guerra Mundial
La noche del 24 de diciembre de 1914, soldados
alemanes y británicos atrincherados frente al campo de batalla acordaron una
tregua para celebrar la Navidad con el villancico `Noche de paz´.
Cuando los soldados ingleses comenzaron
a escuchar a los alemanes desde su trinchera entonar el villancico `Noche de
paz´ decidieron unirse a ellos. Cada uno cantó en su idioma este clásico
villancico, aunque a la mañana siguiente el conflicto continuaría.
Sin embargo, al amanecer, un soldado
inglés sin armar se acercó a la trinchera alemana. Estos salieron a
recibirle, y algo que no había ocurrido en ninguna otra guerra sucedió en el
frente de la Primera Guerra Mundial. Tras la noche de paz, en la
que se conmemora el nacimiento de Jesús, estos soldados decretaron una tregua
para celebrar la Navidad: se hicieron regalos e incluso jugaron un partido de
futbol.
viernes, 23 de diciembre de 2022
FIN DEL AÑO SANTO COMPOSTELANO 2021 - 2022
Estamos a pocos días del cierre de la
Puerta Santa en la Catedral de Santiago. Esta ocasión ha sido excepcional y
hemos dispuesto no de uno,
sino de dos años jacobeos para poder ganar la indulgencia plenaria. Fue el Papa
Francisco quien, debido a los terribles acontecimientos
provocados por el coronavirus, así lo confirió en un decreto de la
Penitenciaría Apostólica.
En lo sucesivo, se volverá a la cadencia
que imponen los años bisiestos, de 6, 5, 6 y 11 años, lo que sucede 14 veces
cada siglo. Es decir, los próximos años en los que el 25 de julio coincida en
domingo serán:
§ Año Santo
Jacobeo 2021 - 2022
§ Año Santo
Jacobeo 2027 (+6)
§ Año Santo
Jacobeo 2032 (+5)
§ Año Santo
Jacobeo 2038 (+6)
§ Año Santo
Jacobeo 2049 (+11)
§ Año Santo
Jacobeo 2055 (+6)
§ Año Santo
Jacobeo 2060 (+5)
§ Año Santo
Jacobeo 2066 (+6)
§ Año Santo
Jacobeo 2077 (+11)
§ Año santo
Jacobeo 2083 (+6)
§ Año Santo
Jacobeo 2088 (+5)
§ Año Santo Jacobeo 2094 (+6)
El primer Año Santo Jacobeo del siglo XXII será en 2106 y el siguiente en 2117, justo once años después. El motivo de romper esta sucesión de 6, 5, 6 y 11 años no es otra que tanto 2100, 2200 y 2300 no serán bisiestos.
Quedan pocos días para poder alcanzar el
perdón del Jubileo Compostelano; de no hacerlo, habrá que esperar hasta el año
2027. Recordemos que para poder alcanzarlo, además de visitar la catedral de
Santiago de Compostela, es necesario confesarse y comulgar durante los quince
días anteriores o posteriores a la visita, y rezar una oración por el Papa. Muy
poca cosa comparada con el enorme privilegio de recibir la indulgencia
plenaria.
jueves, 22 de diciembre de 2022
miércoles, 21 de diciembre de 2022
Villancicos (I)
Iniciamos -como otros años- la costumbre de colocar villancicos en este blog.
Es hermoso hacerle sitio en nuestra casa.
martes, 20 de diciembre de 2022
La oración
de la tarde es el momento para confesar las faltas y pedir perdón por ellas,
dar gracias por lo que hemos hecho bien y por las gracias recibidas, hacer
propósitos apoyados en la ayuda de Dios para cerrar el día que ya pasó y
guardarlo en lugar seguro, y como primer paso hacia el bien para el día siguiente.
San John Henry Newman |
lunes, 19 de diciembre de 2022
CURSO DE LITURGIA
ELEMENTOS NATURALES DE LA LITURGIA (III)
Otros elementos y símbolos litúrgicos principales más que emplea la Iglesia,
su significado y su uso, son:
Ø SAL
Que sazona y preserva; se dejó
optativo en la fórmula ritual de la bendición del agua lustral como remedio para
poner en fuga los demonios y ahuyentar enfermedades. También se usó en el bautismo,
colocando unos granitos sobre la boca del bautizado.
Ø CENIZA
Es el símbolo de la caducidad de la
vida y de todo lo material y, por lo mismo, símbolo del dolor, de la
penitencia, del arrepentimiento, de una gran aflicción. La Iglesia nos pone el
día del Miércoles de Ceniza “en señal de la humildad cristiana y como prenda
del perdón que se espera”.
Ø INCIENSO
Nuestra vida se tiene que quemar en
honor a Dios, dando suave aroma. En las solemnidades se inciensa el altar y los
santos, la cruz y el Santísimo Sacramento en señal de respeto y veneración. Se inciensa
al sacerdote como representante de Dios, y a los fieles para recordarles que,
como pueblo santo y sacerdotal, son concelebrantes y no sólo espectadores. Además,
purifica el templo y nos eleva a Dios.
Ø FLORES
Las flores naturales que adornan el
altar y los santos significan fiesta, alegría, exultación piadosa. En tiempo de
Cuaresma, tiempo fuerte de penitencia y austeridad, aunque se pueden poner algunas
plantas, no debe haber, sin embargo, flores en las iglesias, exceptuando el tercer
domingo de Cuaresma, domingo del “Laetare”, y las solemnidades y fiestas que
caen en Cuaresma.
Ø CAMPANILLA
Para la atención piadosa y unión de
corazones de la asamblea participante. Se usa en el momento de la consagración
en la Santa Misa, para centrar la atención de los que participan en la Eucaristía.
Ø CRUZ
Como árbol de vida y victoria
pascual, se adorará en los Oficios del Viernes Santo. Además, preside la
Eucaristía y encabeza las procesiones.
Fuente:
Curso de Liturgia. (Cf) Pedro Sergio Antonio Donoso Beant
sábado, 17 de diciembre de 2022
Tercera semana de Adviento Is 48, 17-19; Mt 11, 16-19 (y PARTE III)
Homilías en el año litúrgico (BXVI)
“LA SABIDURÍA SE HA ACREDITADO POR SUS HIJOS” (Parte III, final)
Así,
las palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento son las mismas, dicen lo mismo
para distintas generaciones, y también a nosotros nos parece que esta historia
sigue abierta en nuestras manos. Esta es la gran esperanza que nos arrojan los
textos de la liturgia de hoy.
Al
final del Evangelio, después de la tristeza de las personas de tantas
generaciones y del peligro de que esas generaciones pudiesen decir no, aparece
una palabra de alegría: una promesa victoriosa. El Señor dice que, a pesar de
todo, “la sabiduría fue reconocida por sus obras” (Mt 11,19). Cuando escuchamos
esto, nos preguntamos: ¿es cierto que Dios es sabio? ¿Podemos decir que Dios es
la sabiduría, que Cristo, que ha sufrido la cruz, es la sabiduría? En verdad,
por medio de su victoria el Señor ha dejado en herencia el germen de la nueva
vida para su pueblo y para el mundo, una levadura que transformará todo. Y ha
fundado de este modo una nueva manera de vivir la fe.
La
Jerusalén terrenal ha sido destruida, pero de la cruz de Cristo surge una nueva
Jerusalén, una nueva ciudad esparcida por todo el mundo, en las pequeñas y
también en las grandes comunidades de los creyentes. Alentada por la fe, crece
una nueva ciudad, una imagen de la futura Jerusalén.
“Y
la sabiduría fue reconocida por sus obras”. Nacen las primeras comunidades
cristianas, una nueva humanidad, el amor a los que sufren y a los pobres, que
no había existido en el mundo, una luz de verdad que ilumina las sendas de la
humanidad, transforma el mundo y a pesar de todo vence sobre lo malo.
Ya
hemos hablado del camino de las lámparas ardientes, un camino de luz que se
extiende cada vez más en la historia. Así se fundó una nueva ciudad, una nueva
vida. En el Apocalipsis se dice: “Vi una muchedumbre inmensa con vestiduras
blancas” (Ap 7,9). Son aquellos “que vienen de la gran tribulación” (Ap 7,14) y
que representan la nueva humanidad. “La sabiduría se ha acreditado”. Dios es
sabio, a pesar de estas derrotas crece la humanidad, crece el don del amor, de
la fe y de la esperanza que Cristo nos ha regalado.
San
Lucas nos transmite otra variante de estas palabras cuando dice: la sabiduría
fue reconocida “por todos sus hijos” (Lc 7,35), los hijos de Cristo, sus
hermanos. Esto comienza con los primeros mártires y llega hasta los grandes
testigos de la fe de hoy, todos ellos reconocen a Cristo, la verdadera
sabiduría divina. Así, el texto nos invita a ser hijos de la sabiduría y hacer
obras de la sabiduría para transformar el mundo.
Finalmente,
los textos aparecen en la liturgia de un modo muy concreto. el texto del salmo
81 dice: “Si hubieses escuchado mis mandatos te sustentaría con miel y con flor
de trigo”. El señor nos alimenta con flor de trigo, consigo mismo, nos da este
pan, en la pequeña cantidad de trigo se entrega a sí mismo. Se entrega en
nuestras manos, en nuestro corazón.
Pidámosle
al Señor que nos ilumine, que nos conceda escucharlo y poner en práctica su
palabra. Y de este modo llegar a ser sus hijos, a hacer sus obras, obras de la
sabiduría divina.
Fuente: Benedicto XVI, El camino de la
vida. Homilías en el año litúrgico. Barcelona, 2019
viernes, 16 de diciembre de 2022
Tercera Semana de Adviento Is 48, 17-19; Mt 11, 16-19 (PARTE II)
Homilías en el año litúrgico (BXVI)
Fuente: POR FALTA DE VIGILANCIA. Blog católico Gotitas de Espiritualidad
“LA SABIDURÍA SE HA ACREDITADO POR SUS HIJOS” (Parte II)
Pasemos
de la oración inicial a la lectura y al Evangelio. Ambos están interconectados,
y se ve con claridad la unidad interna entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Hablan del sufrimiento de Dios en la relación con sus criaturas humanas. Dios
sufre. ¿por qué no somete a su criatura con la fuerza de su omnipotencia? En
lugar de esto busca su amor, sale al encuentro de nuestra libertad, pues no le
gustaría lograr nada con violencia; anhela el amor, en concreto el amor
gratuito, y así nos deja la libertad de decir sí o no a su ofrecimiento y a su
invitación al amor. Tristemente ocurre que la criatura ser humano casi siempre
dice no y piensa que decir no es prueba de su libertad. Dios busca al ser humano
de todas las formas posibles; en el Evangelio de hoy el Señor lo hace con una
parábola. Lo intenta por el camino de la severidad, de los mandamientos del
Sinaí, en la época de los profetas, en las palabras de Juan el Bautista. Y el
ser humano responde: “No, soy libre, no acepto el rigor de estos mandamientos,
sigo mi propio camino”.
Dios
lo intenta por el camino de la humildad, de la bondad, con su vida, con el amor
a los seres humanos. ¿Y qué sucede? También aquí el ser humano dice no, se ríe
de este Dios débil que busca su aprobación y se revela como no omnipotente. El
Evangelio nos dice: “Os tocamos la flauta y no habéis bailado; entonamos
lamentaciones y no habéis gemido” (Mt 11,17). El ser humano no se suma a este
juego del amor divino, se opone a él. De ahí la inmensa tristeza y el profundo
dolor de Dios en esta historia.
En
la lectura escuchamos este lamento de Dios: “¡Ah, si hubieras atendido a mis
preceptos! Tu paz habría sido como un río” (Is 48,18). La misma frase aparece
de nuevo en el salmo 81, quizá redactado en la misma época: “Si Israel hubiese
escuchado mis mandatos, los alimentaría con flor de trigo y los saciaría con
miel de la peña” (Sal 81,17).
Y
las mismas palabras regresan como declaración del Señor: “¡Ah, si tú también
hubieras comprendido en este día el mensaje de paz!” (Lc 19,42). Quizá algunos
de vosotros conocéis en Jerusalén la iglesia del Dominus flevit, que se levantó
en el Monte de los Olivos desde donde Jesús miró hacia la ciudad y dijo: “Si
también tú conocieras el mensaje de paz”. La historia demuestra la verdad de
este lamento de Dios.
El
texto de la lectura procede, como el salmo, posiblemente del tiempo del exilio.
En primer lugar, Jeremías le había dicho con claridad al rey y a todos los
poderosos de Israel: “No entréis en guerra con Babilonia, no os comportéis como
cuando Israel era una de las grandes potencias que podría declararle la guerra
a Babel; no lo hagáis, dejad de pensar en ello. Elegid, por el contrario, estar
con Dios. Guardad la paz y permaneced en este país”. Pero no lo escucharon,
Israel no le hizo caso, y se fue al exilio durante setenta años; parecía haber
desaparecido de la historia.
El
Señor usa la misma advertencia que Jeremías: “No hagáis frente a los romanos
con armas, no creáis que el Señor es un guerrero que os da las fuerzas
militares que no tenéis. Seguid el camino del arrepentimiento, de la fe, del
amor, el camino de la comunidad con Dios, que es el único que puede transformar
el mundo”. Pero nadie escucha, todos actúan como la generación de Jeremías.
Creen en Barrabás y al final está la destrucción de Jerusalén; san Lucas dice
en su Evangelio: “Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que el plazo
de los gentiles se cumpla” (Lc 21,24).
Estas
palabras son verdaderas en el presente, en este siglo que vivimos: “¿Por qué no
habéis escuchado?”, podría decirnos el Señor. Habríais podido evitar el
desastre del gobierno comunista que destruyó las almas y el país, habríais
podido evitar ese gran desastre del nacionalsocialismo, que es una permanente
vergüenza para nosotros.
No
han escuchado, Señor. Así vemos cuán cierto es el lamento de Dios, que no es
una descripción del pasado, sino una clara advertencia a nosotros y a nuestra
generación: prestad por fin atención, la causa aún no se ha perdido, escuchad y
seguid al Señor, al Señor de la paz y no al Señor de la guerra.
Estas
son palabras que el Señor dirige a nosotros, la nueva generación, que tiene en
su mano la llave del futuro. Es un grito poderoso: escuchad, no hay ningún
destino inevitable. El ser humano está en libertad de decir sí respecto de un
cambio a mejor. Es nuestro deber escuchar y seguir este camino con coraje,
gritarle esto al mundo, aunque no quiera escuchar; dejar que se escuche al
menos este lamento y este grito del Señor, con todo el peso del pasado, que con
suficiencia conocemos.
(Continúa)
Fuente: Benedicto XVI, El camino de la
vida. Homilías en el año litúrgico. Barcelona, 2019
jueves, 15 de diciembre de 2022
Tercera semana de Adviento Is 48, 17-19; Mt 11, 16-19 (PARTE I)
Homilías en el año litúrgico (BXVI)
“LA SABIDURÍA SE HA ACREDITADO POR SUS HIJOS” (Parte I)
Los
textos de esta liturgia del viernes de la segunda semana de Adviento están
llenos de luz para nuestro camino y nos ayudan a entender mejor los fundamentos
de nuestra vida cristiana.
Me
gustaría comentar la oración inicial. La palabra más importante es “vigilancia”,
que junto a otras es una palabra clave del tiempo de Adviento. Vigilancia,
estar vigilante, ¿qué significa? Quien duerme está encerrado en sí mismo. No
percibe la realidad fuera de sí mismo, y en sus sueños tampoco puede captar la
realidad, sólo sombras de su espíritu, de su subconsciente. Cuando despierta se
libera de la prisión, de los muros de sí mismo y percibe la realidad que lo
rodea. Se abre para ella.
Nuestra
generación está convencida de que está muy “despierta”, más que las
generaciones anteriores, solo porque percibe mucho más del mundo. Nuestra
mirada alcanza distancias mayores, inmensas lejanías tanto local como
temporalmente. Y al mismo tiempo somos capaces de penetrar la materia, hasta
las partículas más pequeñas de las que se compone. El horizonte se ha ampliado
enormemente, tanto como nuestras posibilidades de actuar en este mundo. Y sin
embargo, tenemos que decir que esta generación, en un sentido mucho más
profundo, duerme. Está encerrada en sí misma porque sólo ve lo que hace y puede
hacer, y se queda en la parte externa de la realidad, en las cosas materiales
que se pueden tomar con la mano. Justo por eso estamos cada vez más encerrados
en nosotros mismos y ya no somos capaces de acercarnos a lo infinito, de ver la
luz divina transparentar la materia creada, en nosotros mismos, con el ojo de
nuestro corazón.
Con
su llegada, el Señor nos ofrece despertar, escapar de la prisión de lo
material, abrir el corazón y empezar a ver la realidad más amplia, el espíritu
de Dios en el mundo, la presencia de Dios en Jesucristo, en su Palabra, en sus
sacramentos.
Este
es el primer imperativo que nos obliga a seguir abriendo los ojos de nuestro
corazón y a ayudar a nuestros amigos, al prójimo, para que puedan empezar a ver
la verdadera dimensión y profundidad de la realidad. Ver también significa
salir de sí mismo, y así de la palabra “vigilancia” surge el otro fundamento
del camino en el Adviento: “salir al encuentro del Señor”.
La
fe no es una acumulación de ideas, es una aventura de la vida, un camino, un
ponerse en movimiento hacia el Señor. El camino exterior que recorremos debería
ser al mismo tiempo un camino interior, un salir de sí mismo para ir al
encuentro de Dios, hacia la verdadera realidad, hacia el amor y hacia el
prójimo.
Hay
una tercera palabra que es importante en esta oración: la palabra de Dios,
la luz, la invitación a encender las lámparas de nuestro ser para llegar a
Dios. ¿Qué quiere decir esto? Si nos fijamos en la historia de la Iglesia, en
la historia de los santos, vemos estas “lámparas” ardientes que iluminan el
mundo, que no sólo dan luz en el tiempo del mundo, sino que llegan a ser
ornamento y luz en la fiesta eterna del amor de Dios. Empecemos con los
mártires de los primeros siglos y sigamos hasta los grandes doctores de la
Iglesia, hasta Agustín, Ambrosio, Buenaventura, Tomás: son ellos lámparas que
arden con fuerza, que iluminan y seguirán iluminando el camino de la historia.
Después están san Francisco de Asís, san Carlos Borromeo, santo Domingo, santa
Teresa de Ávila, san Juan de la Cruz, santa Teresa de Lisieux, hasta
Maximiliano Kolbe, el Padre Pío, Edith Stein, la Madre Teresa, …
De
hecho, en las tinieblas de nuestra historia podemos encontrar lámparas
ardientes que iluminan, que nos muestran que hay luz, que el ser humano no es
un accidente de la creación, sino que puede ser semejante a Dios. Nos
fortalecen en el camino del amor, porque Dios es el amor. Y somos semejantes a
Dios en la medida en que avanzamos por la senda del amor.
(Continúa)
Fuente: Benedicto XVI, El camino de la vida. Homilías en el año litúrgico. Barcelona, 2019