Inspirada por Dios
“Toda Escritura es inspirada por Dios y, además, útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia” (2 Tim 3,16). Pero ¿qué queremos decir cuando decimos que estos escritos fueron “inspirados por Dios”?
El
texto griego de 2 Timoteo dice que toda la Escritura es soplada
por Dios. Así que la inspiración significa más que simplemente la ayuda,
aprobación o acuerdo de Dios. Significa la autoridad de Dios, su autoría.
La
tradición católica habla de la doble autoría de la Biblia. Dios es el
autor principal y los escritores humanos son autores instrumentales. La
autoridad de Dios se extiende incluso a las palabras elegidas por los autores
humanos. Esos autores escribieron solo lo que Dios quería que escribieran, y todo
lo que Él quería. Pusieron por escrito la Palabra de Dios, con las palabras de
Dios y usando su propia libertad.
Este
es un gran misterio. Tan grande, de hecho, que la Iglesia compara la
inspiración de la Escritura con la Encarnación del Hijo de Dios. En ambos
casos, Dios actúa como un verdadero Padre que se inclina para encontrarse con
sus hijos.
A
través de la Encarnación, la Palabra eterna se hizo carne para compartir
nuestra vida. A través de la Inspiración, Dios adaptó su palabra eterna al
lenguaje humano.
Tanto
la Palabra encarnada como la Palabra inspirada son completamente divinas y
completamente humanas. En ambas, lo humano y lo divino son inseparables. En
ambas, lo humano es el instrumento para comunicar lo divino.
Tanto
la Inspiración como la Encarnación son misterios divinamente revelados,
conocidos solo por la fe, e incognoscibles por medios humanos. El papa Pío XII
dijo: “Así como la Palabra sustancial de Dios se hizo como los hombres en
todas las cosas, excepto en el pecado, así las palabras de Dios, expresadas en
lenguaje humano, se hacen como el discurso humano en todos los aspectos,
excepto en el error”.
La
Escritura es, de hecho, infalible. Un papa anterior, León XIII, explicó que la
infalibilidad es una consecuencia lógica de la autoría de Dios. La inspiración,
dijo, “es esencialmente incompatible con el error”.
Aun
así, “sin error” no describe adecuadamente la autoridad de la Biblia. Otros
libros pueden estar libres de errores (por ejemplo, un libro de matemáticas
bien editado), pero ningún otro libro tiene a Dios como su autor y, por lo
tanto, ningún otro texto transmite el poder salvador de Dios tan puramente.
Jesús mismo nos dice: “Las palabras que os he dicho son espíritu y vida”
(Jn 6,63). La Escritura es como un sacramento en la forma en que
transmite perfectamente la Palabra de Dios para nuestra salvación.
Fuente: (cfr. Breve guía para leer la Biblia, de Scott Hahn. Madrid, 2024)
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