En cuántas ocasiones cerramos nuestras puertas interiores por miedo. Nos invade
una sensación de desánimo y de sospecha porque una y otra vez volvemos a recaer
en nuestras flaquezas de siempre. Sentimos el peso y la incoherencia de la
propia vida, y la historia, ante el sufrimiento inocente de tantos, se vuelve
dolorosamente opaca e impotente… hasta que volvemos a recibir adentro el saludo
del Señor: “Paz en tu ser”.
Jesús muestra sus manos y su costado. Hay que tener mucha confianza para
enseñar a otros las heridas curadas. Sólo la vulnerabilidad nos desarma, nos
devuelve la inocencia, nos sana el miedo. “Como el Padre me envió, yo también
os envío”, con la misma vulnerabilidad y desnudez, con los mismos modos
humildes y con la misma potencia del amor para perdonar, curar y restaurar la
vida, porque hay modos de saludar que dan la salud.
Una de las muchas bendiciones del papa Francisco es que ha “saludado” con
amorosa cercanía a colectivos humanos a los que la Iglesia solía mirar con
desconfianza. Nos “resucitamos” unos a otros en la manera de saludarnos.
Fuente: Taco Calendario del Corazón
de Jesús, 2022
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