La redención a través del misterio de la cruz de
Cristo es la revelación última y definitiva de la santidad de Dios, que es la
plenitud absoluta de la perfección: plenitud de la justicia y del amor, puesto
que la justicia se basa en el amor, de él proviene y a él tiende. En la pasión
y muerte de Cristo, en el hecho de que el Padre no perdonó a su propio Hijo,
sino que lo hizo pecado por nosotros, se expresa la justicia
absoluta, porque Cristo sufrió la pasión y la cruz a causa de los pecados de la
humanidad. Verdaderamente, hay ahí una sobreabundancia de justicia, puesto que
los pecados de los hombres quedan equilibrados a través del sacrificio del
Hombre-Dios.
Sin embargo, esta justicia, que en sentido propio es
justicia a la medida de Dios, nace enteramente del amor del Padre y del Hijo, y
alcanza su plenitud total en el amor dando frutos de salvación. La dimensión divina
de la redención no se realiza tan solo en el hecho de hacer justicia al pecado,
sino en dar al amor la fuerza creadora gracias a la cual el hombre tiene de
nuevo pleno acceso a la vida y a la santidad que viene de Dios. Así es que la redención trae en sí la revelación de la misericordia en su plenitud. El misterio pascual constituye la cumbre de esta revelación y la expresión
de la misericordia capaz de justificar al hombre.
San Juan
Pablo II
Fuente: Magnificat, abril 2022
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