sed misericordiosos como vuestro padre es misericordioso
Si tuviéramos caridad acompañada de compasión y de pena, no tendríamos en cuenta los defectos del prójimo, según dice: La caridad cubre una multitud de pecados y también: La caridad no tiene en cuenta el mal, lo excusa todo. Si, pues, tuviéramos caridad, ella misma ocultaría toda falta, y seríamos como los santos cuando veían los defectos de los hombres. ¿Acaso los santos están ciegos porque no ven los pecados? Pero ¿quién detesta más el pecado que los santos? Y sin embargo, no odian al pecador, no lo juzgan, no huyen de él. Al contrario, lo compadecen, lo exhortan, lo consuelan, lo cuidan como se hace con un miembro enfermo; lo hacen todo para salvarle.
Los santos protegen siempre al pecador, se ocupan de él para corregirlo en el momento oportuno, para evitar que perjudique a otro y también para que ellos mismos progresen más y más en la Caridad de Cristo. Adquiramos, pues, también nosotros la caridad; adquiramos la misericordia hacia el prójimo para guardarnos de la terrible maledicencia, del juicio y del menosprecio. Ayudémonos unos a otros, como a propios miembros nuestros que somos. Porque somos miembros unos de otros, dice el apóstol Pablo; si un miembro sufre, todos sufren con él.
En una palabra,
cuidemos, cada uno según pueda, de estar unidos entre nosotros. Porque cuanto
más unido estés al prójimo, mas unido estarás a Dios.
Fuente: San Doroteo de Gaza, Magnificat nº 219, Madrid 2022
Abad
y fundador del monasterio de Gaza. Escritor palestino de obras ascéticas
(siglos VI-VII)
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