Las cuatro semanas anteriores a la solemnidad de Navidad forman el tiempo de Adviento, que es la preparación para la llegada del Salvador. Con el primer domingo de Adviento da comienzo un nuevo año litúrgico, que termina justo el domingo anterior, con la festividad de Cristo Rey. En el rito oriental-bizantino, el año litúrgico comienza con la fiesta de la Natividad de la Virgen, el 8 de septiembre.
Fuente: Año liturgico. Jesús Manuel Gallardo YouTubeLas
normas litúrgicas universales dicen que el Adviento “comienza con las primeras
Vísperas del primer domingo de Adviento (el 30 de noviembre o domingo más
cercano) y acaba antes de las primeras Vísperas de Navidad”. Contiene siempre
cuatro domingos que se estructuran en dos partes bien definidas: hasta el 16 de
diciembre y del 17 al 24 de diciembre. Fue el papa San Gregorio Magno quien la
estructura en cuatro semanas.
El
tiempo de Adviento no se conoce en Roma hasta el siglo VI, recogiendo la
palabra adventus, aplicada anteriormente a la llegada de
algún personaje importante (emperador). Es el tiempo del Maranatha (ven
Señor), de la espera gozosa del Salvador. El Adviento es también el tiempo
mariano por excelencia, donde la presencia de María en la liturgia es más
patente.
Teológicamente,
es tiempo de espera gozosa de la venida de Cristo, es tiempo así mismo del
Espíritu Santo, tiempo del cumplimiento de las profecías, tiempo de conversión
y tiempo mariano por excelencia como hemos dicho (diciembre, el mes más
particularmente apto para el culto a la Virgen sin que deba ser considerado
como mes de María) con la Inmaculada, la Expectación al Parto y, ya en tiempo
de Navidad con la solemnidad de María Madre de Dios, el 1 de enero.
En
los aspectos litúrgicos el Adviento es tiempo de relativa austeridad en los
signos externos. Así, es aconsejable pastoralmente hacer alguna celebración
comunitaria de penitencia. Se omite el Gloria los domingos por el carácter
relativamente penitencial del tiempo, para que resuene con más alegría el
Gloria de la Misa del Gallo. Las vestiduras son moradas (como en Cuaresma) y el
altar debe estar escueto y sin adornos muy festivos. En el domingo III de
Adviento, llamado Gaudete por la antífona de entrada -Gaudéte in Domino
Semper: íterum dico, gaudéte- se puede usar el color rosa (como ocurrirá en
el IV domingo de Cuaresma, llamado de Laetare). La música instrumental se debe
omitir para que contraste más la alegría del Nacimiento.
También
se recomienda poner en lugar preferente una imagen de María y se está
recuperando la tradición, procedente de Centroeuropa y Norteamérica, de poner
la llamada corona de Adviento (cuatro velas de diferentes colores sobre una
corona de ramos verdes que se van encendiendo progresivamente en cada domingo,
marcando el tiempo de la llegada del Señor).
La
semana que precede a la Navidad tiene un sentido propio y distinto al resto del
Adviento pues la llegada del Señor es inminente. Aquí las memorias de los
santos son siempre libres, se puede cantar diariamente el Aleluya, poner más
luces en el altar, usar vestiduras más lujosas, dar la bendición con la fórmula
solemne de bendición de Adviento. Se debe notar que el tiempo es más alegre.
Las
lecturas de Adviento se nuclean en las ferias en torno al profeta Isaías y las
evangélicas en los pasajes que narran al Precursor y los preparativos del
Nacimiento. Los domingos se leen las epístolas de Pablo, Santiago y Hebreos.
Resumiendo;
el Adviento es un tiempo de relativa austeridad pues, a quien espera, siempre
le falta algo. Por eso se emplean algunos signos de austeridad, como las
vestiduras moradas o la omisión del Gloria.
Fuente: (Cf) Curso de Liturgia.
(Cf) Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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