16. EL ALTAR (II). ACCESORIOS DEL ALTAR
El
altar se recubre con un mantel y sobre él -o cerca-, debe haber un crucifijo y,
al menos, dos candeleros.
v EL
MANTEL, que cubre el altar, como “mesa” festiva donde Jesús se nos ofrece como Cordero
inmaculado para alimento del alma. En la tradición occidental, el mantel del
altar es de color blanco y largo, llegando incluso hasta el suelo. Puede estar
adorando con bordados que realcen la dignidad del altar.
Está prescrito cubrir el altar al
menos con un mantel “por reverencia a la celebración del memorial del Señor y
al banquete en el que se distribuye el Cuerpo y la Sangre del Señor”. OGMR,
268. No se deja el altar sin mantel pues el altar desnudo es un signo
distintivo del Viernes Santo. Por eso suele cubrirse con un cubremantel, para
mantenerlo limpio en todo momento.
El mantel es distinto del “frontal
de color”, con telas de buena calidad, que puede ponerse para realzar la
dignidad del altar y no es obligatorio.
v LA CRUZ DEL ALTAR. El crucifijo se coloca sobre el altar, pues cada Misa es Calvario donde participamos de la luz de Cristo.
El primer testimonio de la cruz sobre el altar es del griego Narsai (450). Puede ser una cruz de estilos muy variados, dentro de la dignidad del culto. Si está sobre el altar, no debe ocultar al celebrante. No es algo para la devoción personal del celebrante, sino un signo que anuncia, delante de la asamblea litúrgica, que la misma es el mismo sacrificio del Calvario.
Se pone una cruz y no una figura de
Cristo resucitado, por ejemplo, porque la cruz recuerda el sentido sacrificial
de la Eucaristía, que es renovación incruenta del sacrificio de la Cruz.
v VASOS
Y UTENSILIOS SAGRADOS. El templo es como el palacio de Dios; el sagrario su
recámara y como su “sala de recepción”; el Cáliz, la patena, el Copón y la Custodia
son a modo de vajilla sagrada de la mesa eucarística. Todos estos vasos y
utensilios son sagrados.
El Cáliz y la patena se usan para la celebración del Santo Sacrificio de la Misa.
La Patena es un vaso sagrado que
acompaña al Cáliz. Ordinariamente tiene la forma de un plato en el que se
coloca la hostia grande que el sacerdote consagrará durante la Misa. Las
hostias, tanto la que usará el sacerdote como las más pequeñas, se hacen de
harina de trigo, blanca y limpia, sin levadura. A este tipo de pan se le llama
“ázimo”.
El Cáliz es el más importante de los objetos litúrgicos; es la copa que, a semejanza de la que Jesús utilizó en la Última Cena, se usará para realizar el milagro de la conversión del vino en la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Por su gran dignidad, suele ser de metal noble (oro, plata, latón, etc.), siempre con la copa dorada en su interior. Por su belleza, es expresión de la majestad del sacrificio eucarístico. Mientras el Cáliz está en la credencia, se suele cubrir con un paño llamado “cubrecáliz”
El Copón y la Custodia sirven para conservar, trasladar o exponer el Santísimo Sacramento.
El Copón reserva en el sagrario las Hostias consagradas. Es semejante a un Cáliz al que se ha añadido una tapa rematada con una cruz; suele cubrirse con un velo.
La Custodia u Ostensorio se utiliza para mostrar la Hostia consagrada en los momentos de adoración (Exposición del Santísimo) y durante las procesiones eucarísticas.
Vaso subsidiario es la teca o cajita usada para llevar la comunión a los enfermos.
También son objetos de culto las crismeras (los vasos para los Santos Óleos); las vinajeras (dos pequeñas jarritas en las que se pone el vino y el agua necesarios para la Misa; está indicado que “el vino para la celebración eucarística debe ser del fruto de la vid, es decir, vino natural y puro, sin mezcla de sustancias extrañas” (OGMR, 284).
También lo son el vasito de abluciones; las bandejas; el acetre o calderillo, que contiene el agua bendita para las bendiciones y aspersiones, y que lleva dentro un hisopo. El incensario, con sus cuatro cadenas de un metro de longitud para que pueda balancearse de las que cuelga la naveta (recipiente que contiene el incienso).
Y la campana o
campanilla; hay diversas costumbres locales para su uso. En algunos lugares se
tocan durante las elevaciones. Afirma Elliot: “si el sonido es agradable y los
ayudantes ensayan para tocarla con reverencia y sensibilidad, la campanilla
acentúa y realza los momentos solemnes de la acción sagrada”.
La
bandeja para la comunión tiene por finalidad evitar que, por descuido, pueda
caer alguna Forma Consagrada al suelo. Es necesaria cuando la Eucaristía se
administra por intención, para evitar que puedan caer gotas de la Preciosa
Sangre. Es una muestra de fe, delicadeza y amor con Nuestro Señor Sacramentado.
v LAS FLORES
Es
una costumbre antiquísima adornar el altar con flores. Se habla de esto en la
Tradición apostólica, san Jerónimo y san Agustín. Se usan flores naturales,
según las costumbres locales. Se ponen con poeca frecuencia en Adviento, y
nunca durante la Cuaresma, el día de los difuntos y en los funerales.
Las
flores expresan la veneración que merece el altar y el carácter festivo de la
celebración. En las grandes solemnidades es buena costumbre adornar la iglesia
con más flores, velas y lámparas, de forma que enriquezcan las celebraciones
sin distraer la atención sobre el altar y el desarrollo de la ceremonia.
v EL
ATRIL DE ALTAR
Su
uso no es obligatorio; tiene la finalidad de facilitar al sacerdote la lectura
del Misal. Puede ser de madera o metal; incluso un cojín digno. El atril se
quita del altar cuando no se celebra Misa y no se coloca hasta la preparación
de las ofrendas.
v CANDELERO:
es la luz de la presencia de Cristo.
Dedicaremos
más detalle al uso de estos elementos.
Fuentes:
(Cf) Curso de Liturgia. (Cf)
Pedro Sergio Antonio Donoso Beant
La Santa Misa II. Vasos sagrados,
objetos litúrgicos, ornamentos. Textos de José Miguel Cejas PPS; Publicado por
Xènia Domingo (5.11.2023)
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