Los santos canonizados tienen un doble significado. Por un lado, la Iglesia los presenta como intercesores ante Dios y, por otro, reconoce que ellos han sido seguidores del Señor de un modo tan excelente que pueden servirnos de modelo para su seguimiento.
Pero santos canonizados son una pequeña
parte de la “muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación,
raza, pueblo y lengua”, como dice la primera lectura (Apocalipsis 7, 2-4.9-14).
Esa muchedumbre inmensa es la celebrada en la fiesta de hoy.
Los cristianos que todavía caminamos en
este mundo no sólo esperamos contarnos entre esa muchedumbre inmensa un día
futuro, sino que formamos parte de ella ya.
La fiesta de hoy es también nuestra
fiesta, pues ya somos santos porque hemos sido santificados por la gracia
obtenida por Jesucristo en su muerte y resurrección, derramada en nosotros por
el Espíritu Santo en el bautismo y acrecentada por el mismo Espíritu cuando
celebramos los sacramentos, nos comunicamos con Dios en la oración o servimos a
los demás con las buenas obras que hacemos.
Fuente:
El Evangelio Diario en la Compañía de Jesús 2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario