El primer eslabón de la cadena del Año litúrgico es el domingo como día central de la semana. Con el tiempo, el domingo de Pascua destacó sobre los demás. En rigor, todos los domingos son domingos pascuales, pascua semanal. Desde el siglo V, la Iglesia impuso la obligación de santificar el día del Señor, día que comienza en las Vísperas; es decir, en la tarde del sábado siguiendo la costumbre judía de contar los días.
El
domingo pascual, núcleo del Año litúrgico, quedó fijado por el Concilio de Nicea
(año 325), que dispuso la celebración de la Pascua el domingo posterior al
primer plenilunio del equinoccio de primavera; dicho de otra manera, el domingo
que sigue a la primera luna llena que haya después del 22 de marzo. Por este motivo
la Pascua de Resurrección es fiesta variable, pues depende de la luna, y oscila
entre el 22 de marzo y el 25 de abril. Una vez fijado el domingo pascual de
cada año se establecen los demás tiempos movibles y sus fiestas: el tiempo
pascual (50 días posteriores) y el tiempo cuaresmal (40 días atrás) además de las
solemnidades que dependen de la fecha de Pentecostés (Santísima Trinidad,
Corpus Christi, Sagrado Corazón).
Fuente:
Curso de Liturgia. (Cf) Pedro Sergio Antonio Donoso Beant
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