Cristo agoniza en el Gólgota
entre suplicios y agravios
y solo dicen sus labios
un “¡Perdónalos Señor”!
Pide a Dios por sus verdugos
y en ese gesto elocuente
nos da la prueba evidente
de que es Él el mismo Amor.
Ha muerto. En el Calvario
un fenómeno acontece,
todo de pronto obscurece
en torno de aquella cruz
con sus tinieblas nos dice
la sabia naturaleza,
en su sublime grandeza,
que de Cristo era la Luz.
Ya abandonó su Sepulcro.
“Yo resucitaré”, dijo,
y entonces lo que predijo
fue auténtica realidad;
y en esa resurrección
de su Majestad divina
nos confirma la doctrina
de que Él era la Verdad.
Es Amor cuando agoniza,
Luz, porque falta si ha muerto,
Verdad, su sepulcro abierto:
¿quién puede dudar de vos?
Amor, Luz, Verdad. ¿No es eso
lo que Jesucristo encierra?
¿Quién habrá pues en la tierra
que no diga: Hijo de Dios?
Amén.
Federico Acosta Noriega
Fuente: Magnificat, mayo
2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario