El Señor Jesús, después de hablarles, ascendió al
cielo y se sentó a la derecha de Dios. De esta manera volvió al cielo de donde era, al
lugar donde seguía permaneciendo; en efecto, en el momento en que subió al
cielo con su humanidad, a través de su humanidad unía el cielo y la tierra. Lo que
queremos señalar en la solemnidad de hoy es la supresión del decreto y del
juicio que nos condenaban a la corrupción. Porque, la naturaleza humana a la
que se dirigían estas palabras: De tierra eres y a la tierra
volverás hoy ha subido al cielo con Cristo. Por eso, es preciso
que lo sigamos con todo nuestro corazón allí donde sabemos por la fe que él
subió con su cuerpo.
Huyamos
de los deseos de la tierra: que ninguno de lo lazos de aquí abajo nos lo impida
a quienes tenemos un Padre en los cielos. Pensemos también en el hecho de que
el mismo que ha subido al cielo lleno de dulzura volverá con exigencia… He aquí
hermanos míos, lo que debe guiar vuestros actos; pensad en ello continuamente. Incluso
si tambaleáis entre los torbellinos de este mundo, echad, desde hoy, el ancla
de la esperanza en la patria eterna. Que vuestra alma no busque otra cosa que
la verdadera luz.
San GREGORIO MAGNO, doctor de la Iglesia (540-604)
Fuente: Magnificat, mayo
2022
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