Un padre veía con preocupación cómo sus hijos estaban constantemente discutiendo y, a veces, incluso llegaban a las manos. Un día les llamó y les dio un haz de leña formado por ramas muy finas.
Les dijo: “Demostradme
lo fuertes que sois rompiendo estas ramas”.
Ambos se pusieron
enseguida a intentarlo sin conseguirlo, pues era un haz compacto y formado por
muchas ramas.
Entonces les dijo: “Es
muy fácil: sólo hace falta separarlas y romperlas una a una. La fuerza de estas
ramas reside solo en su unión. Lo mismo vosotros, si estuvieseis más unidos,
viviríais mejor y serías más felices”.
De esa manera, los hijos
comprendieron muy bien la lección.
Jesús, en la última reunión que tuvo con sus discípulos,
dirigió esta oración a su Padre: “No ruego solo por estos, sino también por
aquellos que, por medio de su palabra, creemos en mí, para que todos sean uno. Como
tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que
el mundo crea que tú me has enviado” (Juan 17, 20-21)
Fuente: Taco Calendario
del Corazón de Jesús, 2022
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