Meditación de San Jerónimo sobre el Evangelio de hoy, Mc 9, 2-10
Y Pedro respondió a
Jesús: Rabbí, está bien que nos quedemos aquí. Cuando leo las Escrituras y comprendo espiritualmente
alguna enseñanza sublime, yo tampoco quiero bajar de allí, no quiero bajar a
las realidades más humildes: deseo hacer una tienda en mi corazón para Cristo,
la Ley y los profetas. Pero Jesús, que vino a salvar lo que estaba perdido, que
no vino a salvar a los santos sino a los que se portan mal, sabe que, si se
queda en la montaña, sino vuelve a descender sobre la tierra, el género humano
no será salvado.
Al momento miraron alrededor
y no vieron a nadie. Cuando leo el Evangelio y veo testimonios de la Ley y de
los profetas, solamente considero a Cristo: contemplo a Moisés y a los
profetas, pero sólo para comprender que hablaban de Cristo. Cuando al fin llego
al esplendor de Cristo y percibo de alguna manera la luz resplandeciente del
sol brillante, no puedo ver ya la luz de una linterna. ¿Si se enciende una
linterna en pleno día, puede alumbrar? Si el sol brilla, la luz de una linterna
se hace invisible: de este modo, si comparamos la Ley y los profetas ante la
presencia de Cristo, aquellos se vuelven totalmente invisibles.
SAN JERÓNIMO
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