Mi soledad sonora de canciones
es como una cigarra por los trigos
de esa infinita muchedumbre vana
que está a mi lado sin estar conmigo.
Entre el alto temblor de las espigas
tengo una herida azul de cielo claro
por toda compañía.
Y yo en el pozo oscuro de las sombras,
leve temblor de música en los tallos,
soy la pobre cigarra que imagina
que es su canción el alma del verano.
Señor: tú que conoces la infinita
soledad interior que consumiendo
va sin llama la cera de mi vida:
Dime que no estoy solo; que esa herida
de cielo azul me escucha sobre el vago
y unánime desdén de las espigas.
Dímelo, y mi verano de cigarra
cantora, para ti, no tendrá noches,
¡y tenderé a tus pies, como una alfombra,
mi soledad sonora de canciones!
Amen
Fuente:
José María Pemán. Magnificat, agosto 2022
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