lunes, 15 de agosto de 2022

Asunción de la Virgen María

 

Virgen Peregrina. Fuente: Pinterest

                La Virgen nos ha precedido en este peregrinar;           nosotros podemos seguir sus huellas


Hoy celebramos que la Virgen María ha sido asunta al cielo en cuerpo y alma. Esta fiesta nos invita, en medio de las dificultades del mundo, a elevar nuestra mirada hacia lo alto. El Apocalipsis describe cómo al designio misericordioso de Dios, representado en la mujer -que puede simbolizar a la Madre del Mesías, al pueblo de Israel e incluso a la misma Iglesia-, se oponen las fuerzas del mal, que aparecen en la figura del dragón. La figura de la mujer evoca bondad, belleza y paz. El dragón, por el contrario, sugiere desorden, fuerza despótica y terror.

Son muchas las situaciones en las que podemos identificarnos con la visión el Apocalipsis; entonces, hay que recordar que la victoria, por el poder de Dios, es para la mujer, a pesar de su aparente indefensión. Por eso hoy, al contemplar a María junto a su Hijo en la gloria del cielo, nos llenamos de alegría. La Virgen es para nosotros signo de esperanza y en ella encontramos fuerza y consuelo. En ocasiones puede parecer que va a triunfa el mal en el mundo, pero Dios no abandona a los que ponen en Él su confianza.

Esa mirada a lo alto no nos aparta de nuestros compromisos en la tierra. Por el contrario, nos hace más conscientes de nuestra responsabilidad y nos invita a vivir en constante apertura a la gracia. Así nos lo descubre el texto del Evangelio, que trata de la visitación de la Virgen a su prima Isabel. La alegría de la que María goza plenamente en el cielo empezó a vivirla en la tierra. Señal de esa alegría auténtica, que se arraiga en el amor y lo expresa, es el salto de Juan en el seno de su madre. La alegría de María es estar con Dios (...)

 Fuente: David Amado Fernández. Magnificat, agosto 2022

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