Hoy, Jueves Santo,
celebramos que Jesús instituyó el ministerio ordenado y la Eucaristía. En la
Misa de hoy, los presbíteros renuevan sus promesas sacerdotales y, a
continuación, se bendicen los santos óleos (el de los catecúmenos, el de los
enfermos y, en último lugar, el óleo para el crisma), que son llevados en
procesión por la iglesia mientras se canta el siguiente himno: “O Redémptor” (también
puede cantarse otro canto apropiado).
Oh Redentor, recibe el canto
de quienes te alabamos.
Un árbol nacido con amable luz
llevó este fruto que va a ser consagrado,
y que esta asamblea ofrece complacida
al Salvador del mundo.
La unción del crisma
renueve a todos los hombres,
y su dignidad herida
vuelva al antiguo esplendor.
El baño del bautismo
cancela todos los pecados:
la unción del crisma en la frente
hace descender los dones del Espíritu.
Tú has nacido del corazón del Padre,
y has descendido al seno de la Virgen,
rescata de la muerte y reviste de luz
a quien reciba la unción del crisma.
Sea para nosotros un día de fiesta
que dure por los siglos eternos,
día santo y glorioso
que nunca conozca el ocaso.
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