Muchos
cristianos no saben qué es la oración. Algunos consideran que es algo propio de
los ministros y agentes pastorales de la Iglesia, pero no para la gente de a
pie. Otros han tenido una mala experiencia, pues lo han intentado muchas veces
y han considerado que no les aporta nada y la han abandonado. Otros, más
pragmáticos, llegan a la conclusión de que si Dios ya sabe lo que cada uno
quiere o necesita, ¿qué sentido tiene orar? Hay quienes están tan ocupados que
les falta tiempo para ello. Y otros que, teniendo tiempo, no les apetece, ya
sea por aburrimiento o pereza.
¿Y qué es la oración?
El Catecismo de la Iglesia Católica presenta el tema de la oración de esta
manera: “Este es el misterio de la fe”. La Iglesia lo
profesa en el Símbolo de los Apóstoles y lo celebra en la Liturgia sacramental,
para que la vida de los fieles se conforme con Cristo en el Espíritu Santo para
gloria de Dios Padre. Por tanto, este misterio exige que los fieles crean en él,
lo celebren y vivan de él en una relación viviente y personal con Dios vivo y
verdadero. Esta relación es la oración.
La oración es, pues, expresión de la relación viviente y
personal con Dios vivo y verdadero. Es don divino (Dios que llama) y respuesta
generosa a esa llamada.
Fuente:
el Taco
Calendario del Corazón de Jesús, 2024
No hay comentarios:
Publicar un comentario