El
autor principal de la Biblia es, por supuesto, Dios. No sólo creó el mundo y
guió sus eventos, sino que también inspiró el relato bíblico de esa creación y
esa historia. Eligió a autores humanos para poner lo divino en palabras humanas,
y utilizó las habilidades de cada uno, sus distintos estilos y técnicas
literarias. Los autores humanos fueron los verdaderos autores, pero Dios actuó
en ellos y a través de ellos para revelar todo lo que quería.
Nadie
sabe cuántas personas escribieron la Biblia. Algunos libros son obra de un solo
autor, como las Cartas de Pablo. Otros, como los Salmos o los Proverbios,
son compilaciones de obras de muchos autores diferentes, algunos de ellos
nombrados en el texto. Algunos otros, como varios de los libros históricos,
fueron compilados por un editor (o editores) que utilizaron distintas fuentes
antiguas; por ejemplo, el autor de Reyes cita a menudo “el libro de las
crónicas de los reyes de Israel”.
Hay
cartas del Nuevo Testamento que nos dicen en los primeros párrafos quién las
escribió y algunos de los profetas se identifican a sí mismos como autores de
sus obras. Sin embargo, muchos de los libros de la Biblia son anónimos: no
identifican a los autores inspirados, por lo que debemos confiar en la
tradición y en quienes los han estudiado. La tradición, por ejemplo, nos dice
que Moisés escribió los cinco libros de la Ley y que el apóstol Juan escribió
el Apocalipsis.
Moisés y las Tablas de la Ley. Fuente: Pinterest
Los
expertos modernos a menudo pasan décadas tratando de averiguar quién escribió
algún libro concreto. ¿Realmente escribió Moisés los cinco libros de la Ley, o
fueron compilados a partir de cuatro documentos diferentes? ¿Fueron, por el
contrario, compuestos a partir de tradiciones orales? ¿Es el “Juan” que
escribió el Apocalipsis realmente el apóstol Juan o es algún otro cristiano del
mismo nombre? Son preguntas fascinantes, pero son más importantes para los
estudiosos que para el lector común.
Lo
que debemos recordar es que los libros de la Biblia tal como los tenemos
son Sagrada Escritura, inspirados por Dios. Las fuentes hipotéticas de
esos libros no son la Escritura. Es bueno y útil descubrir más sobre cómo se
escribió un libro: cuanto más descubramos, mejor podremos entender lo que está
diciendo. Pero no debemos olvidar que nuestra Escritura inspirada es la Biblia tal
como la tenemos ahora, no lo que podríamos llegar a reconstruir mediante la
investigación y teorías.
Fuente: (cfr. Breve guía para leer la Biblia, de
Scott Hahn. Madrid, 2024)
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