En la pintura se ve en lo alto de los cielos a Dios Padre, emergiendo de la nube con un ejército de querubines, que se inclina hacia la tierra. Frente a Él, un coro de ángeles canta el himno del Cielo:
Gloria in excelsis Deo, et in Terra pax hominibus bonae voluntatis.
¡Los
adoradores celestiales se vuelven hacia la tierra! Pero, ¿qué está pasando en
la tierra? ¡Estos ángeles, cuya misión eterna es la alabanza de Dios no se
dirigen a Él, que está en lo más alto del cielo, sino a lo más bajo de la
tierra, contemplando obviamente al más pequeño, al más desamparado, al más
desnudo de los hijos de los hombres! ¡Y en la tierra, la que es bendita entre
todas las mujeres, lejos de elevar sus ojos al Cielo, está toda consagrada a
adorar a este Niño recién nacido! Su hijo, ciertamente porque, haciéndose eco
del canto de los ángeles, su vestido inmaculado está salpicado con la palabra “Paz”
tejida en oro; y la escritura anuncia que ella será la madre del Príncipe de la
paz.
Y he aquí
que el Todopoderoso no se ofende (…) al contrario, la trayectoria de su mirada
y sus manos abiertas muestran que no solo bendice y asume lo que sucede, sino que
también lo que sucede es cumplimiento perfecto de su santa voluntad. En su mano
izquierda, manifiesta la clave de este gran misterio: su voluntad, la que pretende que se haga en la tierra como en el Cielo, es
que el Universo creado sea colocado bajo el signo de la cruz, es decir, salvado y transfigurado
por su Hijo único engendrado, con Él y en Él.
En la parte
inferior, el pintor nos da a meditar sobre la hermosa palabra de la Buena Nueva
que cuenta su obra: cita el gradual gregoriano (respuesta tras la epístola)
para las Misas de las fiestas en honor de la Virgen María:
Virga Jesse floruit: Virgo Deum et hominem genuit: Pacem
Deus reddidit, In se reconcilian sima summis
Una rama de Jesé ha florecido: una Virgen dio a luz al que
es Dios y hombre: Dios ha restaurado la paz, reconciliando en sí mismo lo más
bajo y lo más alto.
Así, lo
que el pintor quiso manifestar entre el pulgar y el índice de la mano izquierda
del Padre sería la imagen de nuestra humanidad, llamada a ser perfectamente transparente
a la divinidad de quien nació verdadero Dios y verdadero hombre de la Virgen
María.
¡Feliz Navidad!,
aun cuando todo esto debe suceder bajo la señal de la cruz.
Pierre-Marie Dumont
(Traducido del original francés por
Pablo Cervera Barranco)
Fuente: Magnificat, diciembre 2023
No hay comentarios:
Publicar un comentario