El
tiempo del Año litúrgico que no tiene un carácter propio (Adviento, Navidad,
Cuaresma y Pascua) recibe el nombre de Tiempo Ordinario, que abarca 33 ó 34
semanas. En este tiempo no se celebra ningún aspecto concreto del misterio de
Cristo.
El
Tiempo ordinario comienza el lunes siguiente al domingo posterior al 6 de
enero, Epifanía, y dura hasta el martes anterior al Miércoles de Ceniza, que da
inicio a la Cuaresma (cinco semanas). Ahí se interrumpe para reiniciarse desde
el lunes siguiente a Pentecostés hasta las vísperas del primer domingo de
Adviento, (que es el domingo más próximo al 30 de noviembre) con el cual se
inicia el nuevo Año Litúrgico (28 semanas). Durante el tiempo ordinario se
celebran numerosas fiestas tanto del Señor, como de la Virgen y de los Santos.
Este
Tiempo Ordinario es una novedad de la reforma postconciliar, dado que antes era
llamado después de Epifanía y domingos después de Pentecostés, y también
“domingos verdes” por el color litúrgico que se emplea. El Tiempo Ordinario
cobra su unidad en el Leccionario ya que tiene un ciclo trianual en los
domingos y bienal en las ferias.
Para
los cristianos cada día tiene un sentido cristológico: la mañana trae el
recuerdo de la Resurrección, la hora tercia recuerda al Espíritu Santo; la hora
de sexta, la Ascensión; la de nona, la Crucifixión y muerte del Señor. Antes de
la reforma litúrgica, el Tiempo Ordinario recibía su significado casi
exclusivamente del Santoral, habiéndose recuperado actualmente la visión global
del misterio salvífico. Según la costumbre latina, el lunes recibe el nombre de
“feria segunda” y así sucesivamente hasta la feria sexta (viernes). El sábado
tiene su nombre propio heredado de los judíos (Sabbat = descanso).
En
el Tiempo Ordinario la Iglesia celebra en la semana del 18 al 25 de enero el
Octavario por la unidad de los cristianos, coincidiendo con la fiesta de la
Conversión de San Pablo, que se celebra el 25 de enero, y en octubre Preces
para después de la cosecha, Témporas de acción de gracias y de petición en el 5
de octubre. El penúltimo domingo de octubre se celebra el Domund (día de la
propagación de la Fe).
El
color verde distintivo de este tiempo es símbolo de esperanza, de que todo florece, reverdece y se renueva en Cristo.
No
es un tiempo común; es un momento para madurar con Cristo, para madurar en la
Fe.
Fuente: (Cf) Curso de Liturgia.
(Cf) Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
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