jueves, 16 de julio de 2020

Rezar en familia (17)


DOMINGO 15 del T.O. A., 12 de Julio de 2020

Isaías, 55, 10-11.- Rom. 8,18-23.- Mt. 13, 1-23

Comentario

 

Empezamos la serie de enseñanzas de Jesús mediante Parábolas. Siete son las recogidas por Mateo en este capítulo. Hoy nos quedamos sólo con la primera. Va recogiendo para los oyentes los rasgos mas importantes sobre el “Reino de Dios o sea del Proyecto del Padre para nuestro mundo en que vivimos, dichas por Jesús en nuestro caso, que encierran una educación moral y religiosa revelando una verdad.

 

QUÉ SON LAS PÁRABOLAS Y PARA QUÉ SIRVEN

Como sabemos las parábolas son narraciones literarias breves, dichas por Jesús en nuestro caso, que encierran una educación moral y religiosa revelando una verdad. Deben ser aplicadas a la situación y al ambiente en que son dadas. Deben ser aplicadas a la situación y al ambiente en que son escuchadas y deben ser llevadas a la práctica para que den fruto en la vida. Son literalmente modélicas. Jesús habla de un Dios que siembra su Palabra en su pueblo con el deseo de que de su fruto al acogerla y dando fruto abundante. Jesús es el que la siembra y se identifica con Dios Padre diciendo que ha venido para que tengamos vida y vida abundante. ¡Magnífico ejemplo literario de parábola!, y con ejemplar doctrina!.., en la forma y también en el fondo.

MATICES Y DETALLES A CONSIDERAR Y ACARICIAR por cada uno de nosotros.

1,- Leyendo el texto se ve que se dice que Jesús “se sentó” – y por dos veces – junto al mar y luego en la barca, viéndole de frente la gente, para que así pudieran entenderle mejor. Hablar sentado quiere decir hablar “ex cátedra” o sea con autoridad, porque es Dios el que nos está hablando. Entonces y ahora. Se dirige a los allí presentes y ahora también a nosotros, sus seguidores. La Palabra de Dios tenemos que leerla despacio, sin prisa, saboreándola o paladeándola, para poder asimilarla en la cabeza y haciendo que baje también al corazón y pueda también crecer y desarrollarse en los que estén a nuestro lado, ¡Eso ya es apostolado!

2,- Otro detalle está en el terreno, donde cae la semilla. Se podría discutir mucho sobre los terrenos, que representan la diversidad de los oyentes y también de cada uno de nosotros, porque podemos cambiar fácilmente. Tierra (mundo) y Adán (hombre) en hebreo son la misma palabra, significando lo mismo. Contrasta también la imagen del terreno con la imagen del sembrador que sale enaltecida, con respecto al terreno.

3,- La siembra se hace a voleo, con generosidad, dadivosamente, sin preocuparse donde caiga la semilla. No se habla de terreno bueno, sino de terreno hermoso (kalós), un terreno acogedor, supliendo o variando así los terrenos que aparentemente no produzcan fruto. Así una carretera es un buen terreno en principio, porque siempre se suele escoger para ello el mejor terreno, por ser menos empinado tal vez y más llano. La productividad o fertilidad de la siembra fue también grandiosa: de treinta, sesenta, ciento por uno. ¡Desembotemos nuestros corazones!...

El terreno más bello será el que con sus frutos supla mejor el conjunto de los terrenos que no produzcan, apareciendo además el contraste de la diversidad o variedad.

El paso del tiempo y los acontecimientos hacen mella en las cosas y en las personas. La carretera se estropea. La tierra se hace más dura por el sol, o por la lluvia más húmeda. Lo mismo nos pasa a nosotros: nos desgastamos, nos envejecemos o endurecemos fácilmente.

Por eso necesitamos reparaciones o ajustes en ciertas zonas o aspectos de nuestra vida, que se pueden convertir en impedimento para la acogida de la semilla de la palabra de Dios, tal como el Señor quiere por muchos motivos, ya que al final podrían venir los pájaros a arrancarla y llevársela.

Cuidemos el examen de conciencia, la buena formación, la confesión... Seguro que tienes buenas experiencias en este sentido. Los medios que empleemos en esto, siempre serán buenos. Recordémoslo y se afianzará en nosotros la paz.

Se hace, a partir del v. 14, una cita de Isaías según la traducción de los 70, (traducción del hebreo al griego) donde se dice: Con el oído oiréis, pero no entenderéis; con la vista miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo... Se nos dice que es importante oír bien y ver perfectamente, para entender el significado de la parábola y así no se endurezca nuestro corazón; y el Señor nos pueda salvar. Se precisa conocimiento, cumplimiento y contemplación amorosa, que supone empeño por nuestra parte. El terreno mejor abonado fue María. Acude a ella, y tendrás mucha paz. No nos fiemos tanto de las seguridades humanas y sí en el Sembrador.

 

Simón-David Castro Uzal sdavidcuzal@gmail.com para el 12 de Julio de 2020.

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