En Adviento nos preparamos para la venida de Jesucristo.
La venida de Cristo a la tierra es un acontecimiento tan inmenso que Dios quiso
prepararlo durante siglos, con un Adviento que duró cuatro mil años, henchido con
el anhelo de todas las almas santas del Antiguo Testamento que no cesaban de
pedir por la venida del Mesías el Salvador.
Esta venida es
triple:
- CRISTO VINO EN LA CARNE Y EN LA DEBILIDAD
– VIENE EN EL ESPÍRITU Y EN EL AMOR
– Y VENDRÁ EN LA GLORIA Y EN EL PODER
UNA PRIMERA VENIDA SE REALIZÓ
CUANDO EL VERBO DIVINO SE HIZO HOMBRE EN EL SENO DE LA VIRGEN MARÍA y nació -niño débil y pobre- en el pesebre de Belén, la noche de Navidad
hace veinte siglos.
LA SEGUNDA VENIDA ES CONSTANTE,
hecho de perenne actualidad en la historia de la Iglesia y en la vida íntima de
las almas.
LA TERCERA VENIDA DE CRISTO -QUE
SERÁ EN LA GLORIA, EL PODER Y EN EL TRIUNFO-es la que clausurará los tiempos e
inaugurará la eternidad.
El Adviento es tiempo de
preparación y esperanza.
Este es un tiempo para hacer
con especial finura al examen de nuestra conciencia y de
mejorar nuestra pureza interior para recibir a Dios.
Es el momento para ver cuáles son
las cosas que nos separan del Señor y quitarnos todo aquello que nos aleja de
Él. Es por eso importante ir a las raíces mismas de nuestros actos, a los
motivos que inspiran nuestras acciones y después acercarnos al sacramento de
la penitencia o reconciliación, para que se nos perdonen nuestros pecados.
Cuidemos con esmero nuestra
oración personal, evitemos la tibieza y
mantengamos vivo el deseo de santidad.
Estemos vigilantes con pequeñas mor-tificaciones.
Pidamos perdón al Señor si le
ofendemos y profundicemos en el sentido del adviento.
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