Se dice con frecuencia que los padres son los primeros y principales educadores de sus hijos.
Ellos han de encargarse de guiar los primeros pasos, en el proceso de la fe de
esos niños, desde que empiezan a descubrir la realidad que les rodea. A la vez
que van descubriendo la realidad circundante, deben inculcarles el camino de
fe, despertando en ellos la religiosidad que por naturaleza llevan en su propio
ser. Los padres que cumplen con su deber enseñan a los niños a conversar con
Dios, a darle gracias por el don de la vida, la salud, el hecho de tener una
familia, etc. Les enseñan a pedir perdón por los errores que cometemos, y a
pedirle las gracias que necesitamos para andar por el camino del bien.
Cuando los niños han llegado ya al uso de razón,
los padres deben inscribir a sus hijos en la catequesis parroquial. Han de
acudir a la parroquia para que ésta les ayude a educar a su hijo con la
catequesis.
La catequesis parroquial es un proceso de formación
bíblica y doctrinal, de maduración de la fe; es una etapa de mayor conocimiento
acerca de Dios, de nuestra Iglesia y de la propia comunidad parroquial. Es un
proceso que tiene tres etapas: la catequesis de Primera Comunión, precedida de
un curso para el Despertar religioso; la de poscomunión, que dura cuatro años;
y la de confirmación, que son dos cursos.
Es necesario que se valore la importancia que tiene
este proceso. No es suficiente que los padres inscriban a los niños en la parroquia para
hacer la Primera Comunión y, después, desaparecer hasta la catequesis de confirmación, o ya para siempre. Los
niños, a quienes los padres les permiten o les imponen esto, necesariamente
tendrán una formación cristiana del todo deficiente. Es imprescindible recorrer
todo el proceso, para que puedan recibir una síntesis de la fe cristiana y una
visión de conjunto de la misma. ¿Puede afirmarse que los padres que permiten la
ruptura del proceso catequético, o lo rompen ellos, cumplen con su deber de
educadores de la fe de sus hijos? Con el máximo respeto hay que decir que no.
Es conveniente, por otra parte, que también ellos
se integren a este proceso formativo; que se preocupen por aprender junto a sus
hijos. No se recalcará suficientemente la importancia de que los padres de
familia asistan a las reuniones y, lo que no es menos importante, ayuden a sus
hijos en el cumplimiento de las tareas, deberes y trabajos. Muchas de estas
tareas son compartidas y se prestan para pasar un rato juntos.
Por otro lado, también es importante que los
catequistas estén convenientemente preparados, tengan continuidad y
perseverancia, y participen en los encuentros que para ellos puedan organizarse.
No han de conformarse con ceñirse a lo que trae el texto de catequesis, han de
luchar por vivirlo en su propia vida. Convendría que prepararan temas
complementarios, que son de mucha utilidad para los niños y adolescentes, cuyos
valores les servirán para toda la vida. Puede afirmarse que la catequesis
parroquial es uno de los espacios más fundamentales dentro de la tarea de
evangelización que realiza la Iglesia.
Agradezco vivamente a los CATEQUISTAS su
generosidad con esta Parroquia. Les invito a comenzar con ilusión este nuevo
curso teniendo siempre presente la certeza de que el Gran Catequista que actúa,
por medio de ellos, es el Espíritu Santo, al que hay que saber oír en la
oración, y obedecer con la fuerza de los sacramentos.
Feliz curso 2012-2013