Era lógico esperar que nuestro Señor, una vez resucitado, se apareciera al
mayor número posible de personas, y sobre todo, a los que lo habían crucificado.
Sin embargo, la historia nos muestra que hizo todo lo contrario: se manifestó
tan solo a algunos testigos escogidos, y especialmente a sus discípulos más
cercanos. Es lo que el mismo san Pedro reconoce cuando declara: “Dios lo
resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los
testigos que Él había designado: a nosotros, que comimos y bebimos con Él después
de su resurrección”.
Esto, a primera vista, nos parece extraño. En efecto, solemos hacernos de
la resurrección una idea bien diferente, a representárnosla como una manifestación
esplendorosa y visible de la gloria de Cristo … ¿Por qué se presentó tan solo a
los testigos que él había designado? Porque era el medio más eficaz de
propagar la fe al mundo entero … ¿Cuál hubiera sido el fruto de una
manifestación pública que se impone a todos? Este nuevo milagro habría dejado a
la muchedumbre tal cual Él la había encontrado, sin ningún cambio eficaz. Sus antiguos
milagros no habían convencido a todo el mundo … Cristo se aparece para suscitar
testigos de la resurrección, ministros de la Palabra, fundadores de Su Iglesia.
San John Henry Newman
Nace en Londres; convertido del
anglicanismo, fue presbítero, cardenal y fundador de una comunidad religiosa (1801-
1890).
Fuente: Magnificat, abril 2024
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