14. EL MOBILIARIO LITÚRGICO DEL TEMPLO
El
conjunto de muebles y enseres que adornan o completan el templo, son:
v PILA
DE AGUA BENDITA. Es lo primero que se encuentra al entrar en una iglesia; una o
dos pilas de agua bendita. es un símbolo: purificarnos antes de comenzar una
acción litúrgica en el templo sagrado. Esta agua bendita es un sacramental que
debemos aprovechas con devoción, fe y reverencia.
v PILA
BAUTISMAL. Los antiguos baptisterios han quedado hoy reducidos a una pila de
piedra más o menos grande y artística. Se coloca en un ángulo de la iglesia
contigua al cancel, o también en una capilla separada por una verja. Hoy se
tiende a emplazarlas en el presbiterio. La pila debe inspirar una devoción
agradecida a todo buen cristiano, pues es donde fue espiritualmente regenerado,
hecho hijo adoptivo de Dios y miembro de la comunidad eclesial.
Fuente: Catedral de Granada
v AMBÓN.
Es el lugar desde donde se proclama la Palabra de Dios, hacia el cual se dirige
espontáneamente la atención de los fieles durante la liturgia de la Palabra. El
Misal señala: “Conviene que, en general, este sitio sea un ambón estable, no un
atril portátil”. La introducción al Leccionario, especifica: “un lugar elevado,
fijo, dotado de la adecuada disposición y nobleza de modo que corresponda a la
dignidad de la Palabra de Dios y, al mismo tiempo, recuerdo con claridad a los
fieles que en la Misa se prepara la doble mesa de la Palabra y del Cuerpo de
Cristo”. Se usa sólo para proclamar las
lecturas, cantar o leer el salmo responsorial y el pregón pascual, hacer la
homilía y la oración de los fieles. No debe usarse para el guía ni para el
cantor o director de coro.
v EL
CONFESIONARIO, donde Cristo, a través de su Iglesia, en la persona del
sacerdote, administra y ofrece el sacramento de la confesión para el perdón de
los pecados de los hombres. A partir del concilio de Trento, en el siglo XVI,
aparecieron los confesionarios cerrados a los lados, con las paredes provistas
de rejillas. Los confesionarios actuales son funcionarios y prácticos, y están
situados en lugares especiales de la iglesia o en capillas penitenciales.
v LAS
ALCANCÍAS (recipientes), están destinadas a recoger las limosnas de los fieles para el culto, la
caridad de los necesitados, las necesidades de la parroquia o para las
vocaciones. Dichas alcancías sirven para fomentar la caridad y la generosidad
de todos.
v LOS
BANCOS. Para sentarnos y escuchar la Palabra de Dios, pasar un rato de
meditación íntima con el Señor.
v LAS
IMÁGENES, ya sean pinturas o esculturas. Son incentivos de devoción, medios de
instrucción y elementos decorativos para el culto de Dios y de los santos. No
deben ser excesivos, deben ponerse en justo orden y no distraer la atención de
los fieles. No son signos de superstición ni de idolatría. A Dios Padre se le
representa como un anciano venerable. A Cristo se le representa en el Crucifijo
o en el Sagrado Corazón, o sus emblemas (el Buen Pastor, el Cordero, el
Pelícano). La figura típica del Espíritu Santo es la paloma; también las
lenguas de fuego. Los ángeles son figuras aladas. El Vía Crucis representa el
camino de la Cruz y las escenas de la Pasión del Salvador, recordándonos el
camino doloroso de Jesús para salvarnos.
v LAS
LÁMPARAS. Las velas se encienden para los actos litúrgicos. Siempre queda
encendida una lámpara, la del sagrario; fiel centinela que asiste día y noche,
en el nombre del pueblo cristiano, al Divino solitario del sagrario: Jesús. Esa
lamparita da fe de la presencia real de Jesús sacramentado. También es un
símbolo de nuestra vida, que debe ir consumiéndose al servicio de Dios en el
silencio de nuestra entrega generosa y abnegada.
v EL ÓRGANO. En el rito latino ha sido el instrumento más tradicional. Existe una bendición ritual para antes de la inauguración del órgano para el culto. Así dice el documento del Vaticano II: “téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las ceremonias eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales” (SC nº 120).
Fuente: Curso de Liturgia. (Cf)
Pedro Sergio Antonio Donoso Beant
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