«Entonces, algunos de Jerusalén decían: ¿No es éste el que buscan para matarle? Pues mirad cómo habla con toda libertad y nada le dicen. ¿Acaso habrán reconocido las autoridades que éste es el Cristo? Sin embargo sabemos de dónde es éste, mientras que cuando venga el Cristo nadie conocerá de dónde es. Jesús enseñando en el Templo clamó: Me conocéis y sabéis de dónde soy; en cambio, yo no he venido de mí mismo, pero el que me ha enviado, a quien vosotros no conocéis, es veraz. Yo le conozco, porque de Él vengo y Él mismo me ha enviado. Buscaban cómo detenerle, pero nadie le puso las manos encima porque aún no había llegado su hora.» (Juan 7, 1-2 10. 25-30)