El nombre de Cuaresma procede de la expresión latina quadragesima dies y alude a los 40 días que Cristo pasó ayunando y en oración en el desierto antes del comienzo de su vida pública.
La celebración de la Cuaresma se remonta a los comienzos de la Iglesia. Tradicionalmente, siempre se ha vivido prestando gran atención a la vida de oración, al ayuno y a la limosna.
En los tres primeros siglos, el ayuno se limitaba a uno o dos días, o a una semana a los sumo. La primera referencia a los 40 días de duración de la Cuaresma, data del concilio de Nicea (año 325), aunque esta costumbre ya se había extendido, a finales del siglo IV, tanto en Oriente como en Occidente.
Pasado el tiempo, las normas del ayuno en Cuaresma han ido evolucionando. Se ha permitido una comida frugal durante el día, para no comprometer las fuerzas de quienes trabajan manualmente, y también comer pescado. Más tarde se ha permitido comer carne durante la semana, excepto el miércoles de ceniza y los viernes.
Del mismo modo, se facilitaron las dispensas para poder comer productos lácteos si se realizaba una obra piadosa. Luego, esta norma se relajó por completo. La abstinencia de productos lácteos está en el origen de la bendición de los huevos de Pascua y de tomar orejas (hojuelas) el martes de carnaval, el día anterior al miércoles de ceniza.
Antes del concilio Vaticano II (1962-65), los adultos ayunaban los 40 días de Cuaresma. Hacían una sola comida completa al día y dos breves consumiciones más; y se abstenían de carne el miércoles de ceniza y todos los viernes de Cuaresma.
Actualmente, la penitencia exigida se ha reducido a ayunar el miércoles de ceniza y el viernes santo y abstenerse de comer carne todos los viernes de Cuaresma.
En cualquier caso, se anima a todos a dar espacio a la oración, al ayuno y a la limosna, de manera que podamos unirnos a Cristo en estos 40 días de Cuaresma y preparemos así la resurección el día de Pascua.
MIÉRCOLES DE CENIZA
22 de febrero, empieza la Cuaresma.
Día de ayuno y abstinencia.
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