Algunos se preguntan cómo vivir cristianamente la Navidad en esta
situación social, cultural y religiosa. El Papa en Santiago nos decía que no podemos
velar por Dios sin velar por el hombre, desde la comprensión que de ambos se nos
ofrece en Jesucristo. Por eso no amamos a Dios en verdad si no amamos a los
demás. En este sentido, alguien ha escrito que “sabemos ser profanadores, pero a los
ojos de Aquel que no tiene reparo en hacerse uno de nosotros, somos pobres
pecadores que, también en esta Navidad, con la alegría de sentirse redimidos, llevan
la infinita tristeza de no ser todavía cristianos”. Vivir la Navidad con auténtico
sentido cristiano exige la conversión para acoger la voluntad de Dios, estar
dispuestos a compartir, renunciar a los despilfarros y vivir en sobriedad, estando al
lado de quienes padecen la pobreza, la falta de trabajo y la marginalidad. "El
egoísmo, decía Benedicto XVI, tanto del grupo como el individual, nos tiene
prisioneros de nuestros intereses y deseos, que contrastan con la verdad y nos
dividen unos a otros". Por eso en el itinerario de nuestro testimonio cristiano, “el
servir a los hermanos ya no es una mera opción, sino parte esencial de nuestro ser”,
siguiendo el programa de las obras de misericordia: dar de comer al hambriento, de
beber al sediento, de acoger al peregrino, de ver al que está en la cárcel, de visitar al
enfermo, de vestir al desnudo, de enseñar al que no sabe, de ayudar a ser feliz al que
no lo es.
D. Julián Barrio Barrio
Arzobispo de Santiago.
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