Hoy que sé que
mi vida es un desierto,
en el que nunca
nacerá una flor,
vengo a
pedirte, Cristo jardinero,
por el desierto
de mi corazón.
Para que nunca
la amargura sea
en mi vida más
fuerte que el amor,
pon, Señor, una
fuente de alegría
en el desierto
de mi corazón.
Para que nunca
ahoguen los fracasos
mis ansias de
seguir siempre tu voz,
pon, Señor, una
fuente de esperanza
en el desierto
de mi corazón.
Para que nunca
busque recompensa
al dar mi mano
o al pedir perdón,
pon, Señor, una
fuente de amor puro
en el desierto
de mi corazón.
Para que no me
busque a mí cuando te busco
y no sea egoísta
mi oración,
pon tu cuerpo, Señor,
y tu palabra
en el desierto
de mi corazón.
Amén.
José
Luis Martín Descalzo
Fuente: Magnificat, agosto 2023
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