15. LOS LUGARES DE LA CELEBRACIÓN (II)
v TORRES
Y CAMPANARIOS. Indican la presencia de Dios en ese lugar. Los campanarios
rematan, la mayoría de las veces, con una cruz, veleta o gallo. La cruz
proclama el signo de Cristo; la veleta recuerda los vaivenes de la fama y lo
efímero de la vida, y el gallo es símbolo de la vigilancia.
En este apartado cabe mencionar la ESPADAÑA, “campanario de una sola pared, en la que están abiertos los huecos para colocar campanas.”
Imagen de una espadaña singular es la de la colegiata románica de San Salvador de Cantamuda (Palencia):
v CRIPTA.
Los primeros cristianos la usaban como sepulcro para sus santos mártires en las
catacumbas (galerías subterráneas) y para sitio de reunión en el día del
aniversario de su martirio. Con el tiempo, cada cripta sepulcral se convirtió
en una pequeña “capilla-relicario” sobre la que se erigieron luego otras
iglesias superiores, haciendo coincidir los altares de ambas.
v LA
SACRISTÍA. Aunque estrictamente no forma parte de los lugares de celebración,
tiene un papel importante en la preparación del culto y en su digna realización.
Es la sala donde normalmente se revisten y preparan los ministros antes de
salir a la celebración. Es también el lugar donde se guardan los objetos,
vestidos y utensilios litúrgicos.
v EL
CONFESIONARIO (Sede Penitencial). Es el lugar donde se celebra el sacramento de
la Penitencia y de la Reconciliación. Toma el nombre del aspecto más
característico del mismo, la confesión de los pecados ante el sacerdote. Los
confesionarios se encuentran cerca de la nave, una sede (asiento), normalmente
de madera para oír confesiones, en un lugar patente y provisto de rejillas
entre el penitente y el confesor que pueden utilizar libremente los fieles que
así lo deseen.
v EL
PRESBITERIO (del latín presbyterium, "consejo de ancianos") es el espacio en torno al altar, un poco elevado y distinto de la
nave. Es un espacio particularmente digno y significativo. Hasta el Concilio Vaticano II estuvo reservado al clero. El presbiterio debe
quedar bien diferenciado respecto a la nave del templo, sea por su diversa
elevación, sea por una estructura y ornato peculiar. En el presbiterio existen
tres elementos: el más importante es el altar (lugar del sacrificio eucarístico); también están la sede (lugar de
presidencia) y el ambón (lugar de la proclamación de la Palabra de Dios).
v EL
ALTAR. Es el elemento más relevante en el edificio de la iglesia. Es el centro
de nuestra celebración; a veces, la Misa puede celebrarse fuera de un lugar
sagrado, pero nunca sin un altar o, al menos, una piedra que sirva como tal. El
altar es signo de Cristo y, por tanto, merece toda nuestra veneración: los
ministros lo besan, lo inciensan, se inclinan ante él, se ilumina. El altar es,
simultáneamente, el ara donde se realiza sacramentalmente el único sacrificio
de Cristo en la cruz, la Mesa del Señor -dispuesta con blancos manteles- en
torno a la cual se congrega el único Pueblo de Dios para recibir el alimento:
el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Más adelante veremos más características del altar.
v EL AMBÓN. Es un pupitre elevado o púlpito desde el cual en las iglesias antiguas y basílicas se cantaban o leían el Evangelio y la Epístola, y desde el cual se hacían toda clase de comunicaciones a la congregación. Se cree que tuvieron su origen en la plataforma elevada desde la que los rabinos judíos leían las Escrituras al pueblo. Según algunos autores, se introdujeron en las iglesias en el siglo IV y cayeron en desuso hasta el siglo XIV, cuando fueron superados por los púlpitos.
Está situado en el lugar litúrgico
para la proclamación de la Palabra de Dios. La palabra latina “ambo” proviene
del griego “anabaino”, subir, y designaba un sitio elevado, la tribuna, con
barandilla y atril, cerca de la nave.
v LA
SEDE. Es el asiento reservado para el que preside la asamblea litúrgica, modera
la oración y exhorta a la comunidad de los fieles reunida para la celebración
eucarística. La sede es signo de la presencia de Cristo que, a través de su
ministro, preside a su Iglesia. La sede del obispo recibe el nombre de Cátedra.
v EL SAGRARIO O TABERNÁCULO. El sagrario (lugar donde se guarda lo sagrado) o el tabernáculo (tienda de campaña; de ahí la fiesta de los Tabernáculos o tienda del encuentro), es el lugar donde se conserva la Eucaristía después de la celebración para que pueda ser llevada a los enfermos o puedan comulgar fuera de la Misa los que no han podido participar en ella. Ahora, la verdadera “tienda” o “tabernáculo” es Cristo mismo. La lámpara que luce junto al sagrario indica y honra la presencia de Cristo.
Fuente: (Cf) Curso de Liturgia.
(Cf) Pedro Sergio Antonio Donoso Beant
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