sábado, 3 de noviembre de 2018

Catequesis del Papa sobre la Misa (VIII)


El Papa el 31 de enero de 2018 dedicó la catequesis a hablar de la Liturgia de la Palabra, que es una parte constitutiva de la Misa porque nos reunimos precisamente para escuchar lo que Dios ha hecho y pretende hacer todavía por nosotros. Es una experiencia que tiene lugar «en directo» y no por oídas.
Cuando se lee la Palabra de Dios en la Biblia —la primera lectura, la segunda, el Salmo responsorial y el Evangelio— debemos escuchar, abrir el corazón, porque es Dios mismo que nos habla y no pensar en otras cosas o hablar de otras cosas.
Es Dios quien, a través de la persona que lee, nos habla e interpela para que escuchemos con fe. Es muy importante escuchar. Es necesario estar en silencio y escuchar la Palabra de Dios. No os olvidéis de esto. En la misa, cuando empiezan las lecturas, escuchamos la Palabra de Dios. ¡Necesitamos escucharlo!


Hablamos de la Liturgia de la Palabra como de la «mesa» que el Señor dispone para alimentar nuestra vida espiritual. Esta mesa se basa en gran medida en los tesoros de la Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, porque en ellos la Iglesia anuncia el misterio de Cristo. Deseo recordar también la importancia del Salmo responsorial, cuya función es favorecer la meditación de lo que escuchado en la primera lectura. Está bien que el Salmo sea resaltado con el canto, al menos en la antífona.
Es el Señor que nos habla. Sustituir esa Palabra con otras cosas empobrece y compromete el diálogo entre Dios y su pueblo en oración. Al contrario, [se pide] la dignidad del ambón y el uso del Leccionario, la disponibilidad de buenos lectores y salmistas.
La Palabra de Dios hace un camino dentro de nosotros. La escuchamos con las oídos y pasa al corazón; no permanece en los oídos, debe ir al corazón; y del corazón pasa a las manos, a las buenas obras. Este es el recorrido que hace la Palabra de Dios: de los oídos al corazón y a las manos. Aprendamos estas cosas.    
 ¡Gracias!

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