13 de diciembre: Fiesta de Santa Lucía. Nació a fines del siglo III, en Siracusa, capital de Sicilia.
Los
padres de Lucía pertenecen a la nobleza terrateniente; a los 5 años pierde a su
padre, Lucio. Su madre, Eutiquia, la educó cristianamente, y al llegar a la
adolescencia creyó encontrar para su hija un buen partido prometiéndola en
matrimonio, pero los proyectos de Lucía eran otros, había decidido consagrar su
vida a Dios con el voto de virginidad, por eso da largas a las proposiciones de
su madre.
La enfermedad de su
madre hizo que con ella visitara el sepulcro de Santa Águeda, en Catania, para
pedirle su curación. Durante la larga oración en el sepulcro se le apareció
Santa Águeda, rodeada de ángeles, que le dijo: “Lucía, hermana, virgen de Dios,
¿por qué me pides lo que tú misma puedes hacer? Tu fe ha alcanzado gracia y tu
madre está curada”. Lucía contó a su madre la visión y el voto que había hecho
a Dios, desde entonces Eutiquia no volvió a insistir en la boda de Lucía.
A
instancias de su hija vende todos sus bienes y los reparte a los pobres; esto
hace sospechar que es cristiana, sospecha que luego confirma la denuncia, por
despecho, de su prometido ante Pascasio, gobernador de Diocleciano en Sicilia.
Pascasio la mandó llamar y, viendo que ella se negaba a idolatrar, dispuso que
fuera llevada a un prostíbulo y entregada a la brutalidad de los libertinos.
Con este propósito pusieron a Lucía en un carro, pero los bueyes no lograron
moverlo del sitio. Entonces Pascasio manda que la quemen viva, pero sale
indemne de la hoguera; al ver que se convertían muchos paganos, mandó al
verdugo que la degollara. Ejecutada la sentencia se dice que aún tuvo tiempo de
recibir el Viático y profetizar el fin de la persecución contra la Iglesia
después de la muerte de Diocleciano.
Su martirio fue el
13 de diciembre del año 304, y la enterraron en las catacumbas de Siracusa:
Desde allí sus reliquias se distribuyeron a distintas iglesias del mundo.
Actualmente sus restos se veneran en su Iglesia de Venecia a la que acuden cada año miles de peregrinos.
Se suele representar
a Santa Lucía llevando un plato con sus ojos, y es abogada de la vista.
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