martes, 14 de mayo de 2013

Jesús Manuel (VII)

Agosto ya fue un mes muy complicado y triste. Y septiembre fue…el principio del fin.
Empezó a dejar de caminar, de comer, de hablar, de sonreír… Se iba apagando. Y la familia era consciente.
Aferrados a Dios, a la Virgen, al Santo Apóstol y unidos como familia; todos estuvieron a su lado, día y noche, noche y día. Toda la familia pudo ir a estar con él. Y él lo agradecía. Con su eterna inocencia.
Finalmente, la noche del domingo 30 de septiembre estando su hermana durmiendo con él sufrió un paro cardio-respiratorio. Le dio tiempo a llevarlo al Hospital y ya entró directamente en Críticos. Nos dijeron que era  el final. Tenía una (otra) grave neumonía pero lo que peor era deterioro neurológico, que equivalía a una persona de más de cien años.
Supimos que era el final. Lo supimos. Porque había cumplido lo que fuera que tenía que cumplir. Y porque su mirada serena y plácida era la de alguien que pide que le dejen ir; que es su momento; que en este mundo sólo le quedan amargas ataduras. Y que merece descansar en los brazos del Señor.
Sobrevivió a dos paros cardíacos más.
A las 19h de un soleado martes cerró sus ojos en brazos de su papá. Su mejor amigo. Le miró, hizo un amago de sonrisa y cerró los ojos. Sin dolores, sin agonías. Y se fue…
Era el día 2 de octubre, día de los Santos Ángeles Custodios. El día que la Iglesia Católica celebra el día de los ángeles protectores. El que le contamos a los niños que son “los ángeles de la guarda”. Creo que eligió ese día para irse porque eso es lo que siempre fue para su familia: su ángel de la guarda.
¡Se fue pero no nos dejó! Su espíritu, su fuerza, su valor en la lucha, su energía siguen estando entre los suyos, con todos los que le querían.
Este es el relato donde la muerte tiene cabida porque es el final  de un ciclo, pero donde lo importante es la VIDA. No nos debería obsesionar si hay vida “después” de la muerte, deberíamos pensar qué vida queremos “antes” de la muerte.
La VIDA (con mayúsculas) de nuestro hijo y hermano fue una vida feliz, en su mundo pequeño, cándido, infantil pero feliz. Enormemente QUERIDO y FELIZ.
Su último dibujo, fue para su doctora del Centro de Salud del Milladoiro. Dibujó un alegre y esperanzador arco iris multicolor.   

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