Se
encuentra al norte de Jerusalén, en la zona de la ciudad nueva, y es
popularmente identificada como la tumba del sumo sacerdote Simón, mencionado en
varios documentos antiguos, como en Eclesiástico 50, 1-21. Simón afirmaba que “Sobre
tres cosas se sostiene el universo: sobre la Torá, el culto y la caridad”
(Misná, Abot 1,2). Los datos arqueológicos señalan, sin embargo, que esta tumba
perteneció a una matrona romana Julia Sabina, como prueba una inscripción encontrada
en el lugar.
Este
monumento no tiene interés especial por su estilo arquitectónico, que es de
poco valor, sino porque ilustra una antigua costumbre judía: es un lugar de
peregrinación, los judíos que acuden a este lugar hacen oraciones de petición. La
costumbre de orar en las tumbas de los líderes religiosos venerados está atestiguada
en el siglo I por una obra titulada Las vidas de los profetas.
Los
discípulos de Jesús hacían los mismo: textos como Marcos 16,6 cobran pleno
sentido cuando se pronuncian durante la oración en su tumba. Por consiguiente,
no sorprende que la ubicación de la tumba de Cristo se hubiera grabado indeleblemente
en la memoria de los cristianos de Jerusalén.
Fuente: El Taco Calendario del Corazón de Jesús 2022
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