Fuente: Dominicas Lerma
decía
el filósofo griego Epicuro que, aunque los dioses existen no se ocupan de
nosotros, porque se si ocuparan, no serían felices. Por el contrario, el único Dios
verdadero se ocupa de los hombres para atraerlos a la salvación. A esa
preocupación de Dios la llamamos Providencia
divina.
A medida
que el pueblo de Israel fue descubriendo la trascendencia de Dios surgieron en
su teología figuras que hacían de puente entre Dios y los hombres. Una de ellas,
quizá la más importante, son los ángeles.
Éstos son criaturas espirituales que Dios envía al mundo con el encargo de
ejercer su Providencia sobre los hombres. Por eso, en el pasaje del Evangelio
de hoy (Jn 1, 47-51), los ángeles suben y bajan sobre el Hijo del hombre, como
en el Antiguo Testamento lo hicieron sobre Jacob (Gn 28,12), pues Jesús es el
nuevo Jacob.
En
el Antiguo Testamento se nos dan a conocer los nombres de tres ángeles, que son
los que hoy celebramos: Miguel, que significa “¿Quién como Dios?”; Gabriel, “Fuerza
de Dios” y Rafael, “Curación de Dios”.
Evangelio Diario en la
Compañía de Jesús 2022
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