Las ideas ilustradas del siglo XVIII -el siglo de
las luces- pero; sobre todo, los procesos revolucionarios y el triunfo del
liberalismo en Europa tuvieron un claro impacto sobre las creencias religiosas
en el siglo XIX.
Delacroix, La libertad guiando al pueblo, Museo del Louvre |
Comenzó a extenderse la idea de que la religión era
un asunto personal que no tenía por qué encuadrarse en la pertenencia a una
determinada confesión o iglesia. La indiferencia religiosa aumentó entre la
población durante el siglo XIX, aunque las confesiones religiosas mantuvieron
su peso en el mundo rural. Los cambios revolucionarios impactaron fuertemente
en las confesiones religiosas, especialmente en la Iglesia Católica, que vio
como los nuevos Estados liberales menoscabaron su poder económico
-desamortizaciones de sus propiedades- y sus privilegios.
Por otro lado, el Estado liberal se atribuyó
funciones que en el Antiguo Régimen desempeñaba fundamentalmente la Iglesia,
como la educación y la asistencia social. Este proceso supuso una evidente
secularización de la vida política y social. También, creció el
anticlericalismo, es decir, el pensamiento completamente contrario a la Iglesia
Católica y que, en algunos momentos, derivó en acciones violentas.
En Ortoño en particular estos cambios también afectaron a la
vida espiritual de la parroquia. Las tensiones sociales, derivadas de las
largas guerras carlistas, entre liberales y conservadores unido al mal estado
de la economía hizo resentir también la vida de la parroquia. El templo
parroquial de Ortoño amenazaba ruina a mediados de la centuria. No había
cohexión entre los feligreses y los bienes del iglesario habían sido
subastados. Se carecía de fondos y las dificultades eran grandes.
Sin embargo en la segunda mitad del s. XIX gracias
a una sucesión de buenos y bien formados párrocos se va recomponiendo la
situación. Se reedifica la iglesia y se le da el aspecto que hoy tiene. Se van
recuperando algunas propiedades y se adecenta el entorno. Al mismo tiempo que
se renuevan la parte material del templo en la parroquia también se reconstruye
su parte espiritual gracias entre otras cosas a las asociaciones seglares
promovidas y alentadas por los párrocos.
Entre estas tuvieron presencia el Apostolado de la Oración, la Asociación de hijas de María, asociación del Sagrado Corazón de Jesús
y finalmente la Acción Católica.
El Apostolado
de la Oración es una asociación de fieles que se basa en el ofrecimiento de
uno mismo a Dios para cumplir su voluntad y colaborar a la salvación de todo el
mundo. Tiene en el Sagrado Corazón de Jesús su fiesta puesto que en él reside
la mayor entrega por amor a la humanidad, obediente a la voluntad del Padre.
Fue fundado en 1844 por estudiantes jesuitas que soñaban impacientes con
misionar tierras lejanas. Su espiritual el P. Gautrelet les enseñó a unir a sus
estudios la oración y todos los trabajos que realizaban.
El Apostolado de la Oración tiene constancia
documental en Ortoño desde al menos 1886. Esta asociación parece que englobaba
varias parroquias, pues sus libros registran a socios de Ortoño, Bugallido y
Ánxeles. Estaba dividido en secciones masculina y femenina. Paralelamente
también hacía 1893 se funda la “asociación del Sagrado Corazón de Jesús”.
No se guarda más constancia documental de esta
asociación hasta 1941, en que se reorganiza de nuevo.
Previamente, a las referencias conservadas sobre el
Apostolado de la Oración, se había fundado en 1870 la Asociación de las hijas de María. Cada año se adherían más socias
llegando a ser una de las asociaciones cristianas más grandes. Esta comunidad
de hijas de María Inmaculada está asociada a la aparición de la Virgen a
Catalina Labouré, novicia en las Hijas de la Caridad de Paris en 1830. A partir
de 1876 se extendió rápidamente por la Iglesia. Su advocación es la Virgen
Inmaculada de la Medalla milagrosa que se celebra el 27 de noviembre, aunque su
devoción es principalmente la Virgen en especial durante el mes de mayo y su
tradicional fiesta el último domingo de este mes.
Otra asociación es Acción Católica, que se funda en Ortoño el 25 de junio de 1945, el
día en que dentro de las fiestas patronales se celebra el Santísimo Sacramento.
Estaba también dividida en sección masculina y femenina. Tenía una junta
general que englobaba no solo a ambas secciones sino que también ejercía una
coordinación sobre las demás asociaciones de fieles de la parroquia. Ya que
englobaba el apostolado de la oración, las Hijas de María y la asociación del
Sagrado Corazón. De esta forma desde su fundación fue un órgano de apostolado
seglar que motivó la vida religiosa y parroquial, de forma que participaban en
ella todas las demás asociaciones de fieles.
En 1942 se funda en Ortoño un grupo de Acción católica de jóvenes. De este
grupo no tenemos más información hasta 1965. En ese año se constituye la
denominada Sociedad de jóvenes de Ortoño
de la que no tenemos más noticias escritas. En ese año se clausura el Concilio
Vaticano II que descubrió que en el periodo moderno de la evangelización juegan
un papel de protagonismo los laicos. El concilio lo expresó en el decreto Apostolicam actuositatem, luego el beato
Pablo VI en la Evangelii nuntiandi y
San Juan Pablo II en la Christifideles
laici. Entre los meses que van de diciembre de 1962 a agosto de 1963
podemos hablar de la fundación y erección de una asociación de fieles de
carácter público también en esta parroquia que recogía el sentimiento de
devoción a la Virgen en su advocación de Peregrina en el lugar de Bertamiráns.
En realidad venía a dar forma a un sentimiento secular en estas tierras de
cariño a la Virgen. Pero de este tema ya hemos hablado en otras muchas
ocasiones.
Los antecedentes de estas asociaciones de fieles
laicos se encuentran en el Evangelio.
Después del primer envío de los apóstoles a la misión, Jesús “designó a otros
setenta y dos y los envió por delante, de dos en dos, a todas las ciudades y
sitios a donde él había de ir” (Lc 10, 1).
Estos setenta y dos discípulos, probablemente, eran
todos aquellos que él había reunido hasta aquel momento, o al menos todos
aquellos que estaban dispuestos a comprometerse seriamente por él. Por tanto,
Jesús envía a todos sus discípulos.
Hay un laico en Estados Unidos que cuando va a un
nuevo lugar al hablar de Dios a los demás comienza diciendo muy serio: “Dos mil quinientos obispos, reunidos en el
Vaticano, me han pedido que venga a anunciaros el Evangelio”. La gente se
sorprende y él explica que los dos mil quinientos obispos son los que
participaron en el Concilio Vaticano II
y escribieron el decreto sobre el apostolado de los laicos, en el que se
exhorta a cada laico cristiano a participar en la misión evangelizadora de la
Iglesia. Tiene razón al decir: “me lo han pedido”. Esas palabras del Concilio
no son palabras al viento, para todos y a ninguno, están dirigidas de modo
personal a cada laico católico.
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