jueves, 27 de junio de 2013

Festas de San Xoán (II)

Día do Santísimo Sacramento




El pelícano es una de las aves marinas más grandes con capacidad de volar. Se alimenta de peces, crustáceos, ranas y para ello, la mayoría de las veces debe sumergirse en el agua a fin conseguirlo.

¿Qué tiene que ver el pelícano con Jesucristo o con la fiesta que celebramos el otro día en esta parroquia?

Los primeros cristianos vivían en medio de una sociedad pagana y hostil. Desde la persecución de Nerón, hacia el año 64 después de Cristo, se consideraba que su religión era "una superstición extraña e ilegal". Los paganos desconfiaban de los cristianos y se mantenían a distancia, sospechaban de ellos y los acusaban de los peores delitos. Los perseguían, los encarcelaban y los condenaban al destierro o a la muerte.

Como no podían profesar abiertamente su fe, los cristianos se valían de símbolos que pintaban en los muros de las catacumbas y, con mayor frecuencia, grababan en las lápidas de mármol que cerraban las tumbas. Era una forma de decir que ahí se encontraba un cristiano, y es por eso que el pelícano aparece en el arte cristiano, en sagrarios y altares.

La comparación con Jesucristo y el pelicano que hicieron los primeros cristianos, no se basaba en esos primeros aspectos, si no en la belleza y la nobleza de su corazón.

Cuando sus crías nacen, los pelícanos, al igual que todos los animales, tienen que buscar comida para alimentarles. El rasgo más interesante que es totalmente fuera de lo común, es que si el pelícano adulto no encuentra comida para sus crías, en vez de abandonarlas –como hace la gran mayoría de los animales– les da de comer de su propia carne. Esta ave adulta se abre el pecho con su pico para alimentar con su sangre y se arranca trozos de su propio cuerpo para dárselos a sus crías. Es decir, sacrifica su vida para que sus hijos puedan vivir.

He ahí la gran similitud con Cristo que ofreció su Cuerpo y su Sangre para nuestra salvación.

Jesús Eucaristía, en este sacramento nos da su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad recibiendo la vida de Él.

La comunión es el momento en que Cristo nos alimenta a nosotros sus hijos con su Cuerpo y Sangre para salvarnos y así poder recibir la vida eterna.

Al igual que las crías del pelícano no podrían vivir sin la carne que les da su propia madre, así también nuestra alma no podría vivir sin el alimento de la Eucaristía—el Cuerpo y la Sangre de nuestro Dios. Por este motivo, el pelícano se utilizó como símbolo cristiano, símbolo eucarístico de piedad y sacrificio, resaltando la más alta expresión del amor humano y divino.

Y por ese motivo nos hemos animado a colocarlo en la alfombra floral ubicada delante de la puerta grande de nuestra iglesia parroquial.

No hay comentarios: