RESUMEN
DE LA CATEQUESIS DEL 14.03.2018
En la Última Cena, después de que Jesús tomó el pan y el cáliz del
vino, y dio gracias a Dios, sabemos que «partió
el pan». Esta fracción del Pan va precedida en la Misa por el «Padre
Nuestro».
En ese momento de la Misa comienzan los ritos de la
Comunión. El Padrenuestro es la oración
de los hijos de Dios: es la gran oración que nos enseñó Jesús. Cuando
nosotros rezamos el «Padre Nuestro», rezamos como rezaba Jesús. ¡Es muy hermoso rezar como Jesús!
Formados en su divina enseñanza, osamos
dirigirnos a Dios llamándolo «Padre».
¿Qué oración mejor que la enseñada por Jesús puede
disponernos a la Comunión sacramental con Él?
En la oración del Señor —en el «Padre nuestro»— pedimos
el «pan cotidiano». Imploramos también el «perdón de nuestras ofensas» y para
ser dignos de recibir el perdón de Dios nos comprometemos a perdonar a quien
nos ha ofendido. Y esto no es fácil; es una gracia que debemos pedir: «Señor, enséñame a perdonar como tú me has
perdonado». Finalmente, le pedimos nuevamente a Dios que nos «libre del
mal» que nos separa de Él y nos separa de nuestros hermanos. Entendemos que
estas son peticiones muy adecuadas para prepararnos
para recibir la Comunión. Luego recibe una especie de sello en el rito de
la paz.
El gesto de la paz va
seguido de la fracción del Pan. Cumplido por Jesús durante la Última Cena, el partir el Pan es el gesto
revelador que permitió a los discípulos reconocerlo después de su resurrección.
La fracción del Pan eucarístico está acompañada por la
invocación del «Cordero de Dios», figura con la que Juan Bautista indicó en
Jesús al «que quita el pecado del mundo» (Juan 1, 29).
La imagen bíblica del cordero habla de la redención (cf. Esdras 12, 1-14; Isaías 53,
7; 1 Pedro 1, 19; Apocalipsis 7, 14). En el Pan eucarístico, partido, la asamblea orante
reconoce al verdadero Cordero de Dios, es decir, el Cristo redentor y le
suplica: «ten piedad de nosotros... danos la paz».
«Ten piedad de nosotros», «danos la paz» son
invocaciones que, de la oración del «Padre nuestro» a la fracción del Pan, nos
ayudan a disponer el ánimo a participar en el banquete eucarístico, fuente de
comunión con Dios y con los hermanos.
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