viernes, 30 de noviembre de 2012

Benedicto XVI, la mula y el buey.



Cuando Juan Pablo II publicó el Catecismo de la Iglesia Católica, una obra grandiosa de 705 páginas hace 20 años toda la prensa del mundo se hizo eco del acontecimiento. En España los informadores titularon con rara unanimidad que el 6º mandamiento seguía igual que siempre y que el catecismo “condenaba” los horóscopos.

―Con la historia del buey y la mula ha ocurrido algo parecido. Resulta que uno de los mejores teólogos del siglo y pensador de talla mundial, publica su tercer tomo sobre Jesús de Nazaret titulado "La infancia de Jesús" (el de la foto de arriba, es la edición en castellano). La noticia es seria y los informadores piensan que deben poner un titular impactante que conmocione a la opinión pública. Tal vez antes deberían leerse el libro, pero se conoce que llevaban prisa.

Lo sorprendente del caso es que ni siquiera es cierto que el Papa haya eliminado al buey y a la mula. El Santo Padre, con todo rigor, explica lo que cualquier cristiano alfabetizado debería saber desde la Primera Comunión: que en el Evangelio no se menciona a ningún animal junto a la cuna del Niño. Claro que tampoco se habla de “portal” ni de cuna. Es la imaginería popular quien, con toda la lógica del mundo, ha llenado el Nacimiento de figuras desde que San Francisco de Asís creó el primero. Los catalanes incluso han inventado el caganer, un pintoresco personaje que es víctima de un apretón en plena Navidad.

Me pregunta Paula si en el Belén de la iglesia o en el de la capilla pondremos la mula y el buey. Le contesto inmediatamente que:
 
En nuestro Belén, sin desobedecer al Santo Padre, pondremos los reglamentarios animales: no sólo una mula y un buey sino también camellos, patos, gallinas...etc.

¡Claro que sí!