Un
apartado de la religiosidad popular muy querido por las Hermandades y cofradías
son las procesiones. La procesión es una expresión cultual de carácter
universal en la cual la piedad popular y la liturgia establecen una relación
muy peculiar. Las procesiones son manifestaciones de la fe y piedad populares
con grandes connotaciones culturales y que despiertan el sentimiento religioso
de los fieles, tal como las define el Directorio sobre la piedad popular y la
liturgia.
Hay
procesiones litúrgicas que se celebran durante el desarrollo de la Eucaristía y
son necesarias para el desarrollo de la misma acción litúrgica: la procesión de
entrada del ministro y los celebrantes, que puede solemnizare entrando los
celebrantes desde el fondo de la nave; la procesión hacia el ambón del diácono
o presbítero para proclamar el Evangelio; la procesión para presentar las
ofrendas; el momento de recibir la comunión, que también se considera procesión
de los fieles. Además, hay procesiones litúrgicas con motivo de ciertas
festividades: la del 2 de febrero (Candelaria), que conmemora la Presentación
del Señor en el Templo; la del Domingo de Ramos (palmas), que conmemora la
entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén; las de la Vigilia Pascual con el rito
del Lucernario. Otras, tienen carácter votivo, como la del Corpus o las
rogativas.
Fue
en la Edad Media cuando la piedad popular amplió el número de procesiones
votivas que alcanzaron su punto álgido durante la época barroca, tanto para
honrar a los santos como para meditar los aspectos de la Pasión. Los riesgos
que tienen se refieren a que estas manifestaciones prevalezcan sobre los
sacramentos, que quedarían relegados a un segundo plano o a considerar la
procesión como el acto culminante de la Liturgia, lo cual puede degenerar en
convertir la procesión en mero espectáculo o acto folclórico cultural. Para
evitar esa mala interpretación se impone una catequesis adecuada sobre el
sentido de las procesiones en un triple sentido:
v teológico, como sentido de pueblo de Dios en
marcha, en el camino de la Jerusalén celeste;
v litúrgico, procurando que haya
representación eclesiástica en la presidencia y con oraciones al inicio y al
terminar, portando velas los asistentes;
v antropológico, poniendo de
manifiesto el significado de procesión como camino que se hace juntos,
participando en el mismo clima de oración.
Fuente: (Cf) Curso de Liturgia.
(Cf) Pedro Sergio Antonio Donoso Beant