miércoles, 29 de febrero de 2012

Via Crucis: 9ª estación


Novena Estación

Jesús es des­po­jado de sus vestiduras

«Lo cru­ci­fican y se re­parten sus ropas, echán­dolas a suerte» (Mc 15, 24).
«De la planta del pie a la ca­beza no queda parte ilesa» (Is 1, 6).
Mientras pre­paran los clavos y las cuerdas para cru­ci­fi­carlo, Jesús per­ma­nece de pie. Un des­pia­dado sol­dado se acerca y, ti­rán­dole de la tú­nica, se la quita. Las he­ridas co­men­zaron a san­grar de nuevo cau­sán­dole un te­rrible dolor. Después se re­par­tieron los ves­tidos. Jesús queda des­nudo ante la plebe. Le han des­po­jado de todo y le hacen ob­jeto de burla. No hay mayor hu­mi­lla­ción, ni mayor desprecio.
Los ves­tidos no sólo cu­bren el cuerpo, sino tam­bién el in­te­rior de la per­sona, su in­ti­midad, su dig­nidad. Jesús pasó por este bo­chorno porque quiso cargar con todos los pe­cados contra la in­te­gridad y la pu­reza, y murió para quitar los pe­cados de todos (Hb 9, 28).
Jesús pa­dece con los su­fri­mientos de las víc­timas de ge­no­ci­dios hu­manos, donde el hombre se en­saña con brutal vio­lencia, en las vio­la­ciones y abusos se­xuales, en los crí­menes contra niños y adultos. ¡Cuántas per­sonas des­nu­dadas de su dig­nidad, de su inocencia, de su con­fianza en el hombre!

No hay comentarios: