AMOR A LOS HIJOS
Según G. Courtois la educación requiere, además de “un poco de ciencia y de experiencia, mucho sentido común y, sobre todo,
mucho amor”. Es preciso dominar algunos principios pedagógicos y obrar con sensatez,
pero sin suponer que baste aplicar una bonita teoría para obtener resultados
seguros. Todo sería insuficiente sin el elemento indispensable de un amor
auténtico y cabal.
Porque, entre otros motivos, “cada niño es una
realidad absolutamente irrepetible”, distinta de los demás. No
es un caso más entre muchos. De ahí que ningún manual pueda explicarnos ese
presunto “caso” concreto.
Por tanto, hay que aprender a modular los principios a tenor del
temperamento, la edad y las circunstancias en las que se encuentre cada hijo.
Solo el auténtico amor permite conocer con hondura a cada uno de ellos tal como
es ahora y actuar en función de ese conocimiento; descubrir sus cualidades para
potenciarlas; advertir el momento más adecuado para “estar” –simplemente
“estar”- y para “desaparecer”, para hablar y callar; cuando conviene “soltar un
poco de cuerda” y “no darse por enterado”, frente a los momentos en los que hay
que corregir.
En este difícil arte de educar, el padre y la madre
resultan irreemplazables.
Fuente:
El Taco
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