La tragedia del ser humano fue, y
sigue siendo, pensar que él es capaz de dar otro sentido al universo, a la
historia. En definitiva, como podemos entender todos bien, la tragedia del
hombre es crear un mundo sin AMOR.
Pero Dios no podía dejar
de amar. Por eso nunca dejó al hombre a la deriva. Muchas veces y de muchos
modos nos enseña el camino de retorno. Su modo de hacer es poco a poco, con
paciencia va reparando los daños que el pecado inicial causa en nosotros.
Y para demostrarnos su
amor, cuando vio que el hombre ya podía reconocerlo vino Él mismo en la persona
de Jesús de Nazaret. “Feliz la culpa –dice una oración- que mereció tal
Redentor”. Y desde entonces, la misericordia se ha convertido para los hombres
en el camino de retorno a Dios, el camino del Amor.
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