“Los cristianos creemos que en la Iglesia somos
miembros los unos de los otros, que todos nos necesitamos … porque a cada uno…
se nos ha dado una gracia según la medida del don de Cristo, para la utilidad
común. Cristo ha venido al mundo para traernos la gracia divina. Esto lleva
consigo tejer un entramado de relaciones fraternas, basadas en la reciprocidad,
en el perdón, en el don total de sí, según la amplitud y la profundidad del
amor de Dios, ofrecido a la humanidad por Aquel que, crucificado y resucitado,
atrae a todos a sí:
“Les doy un mandamiento nuevo: que se amen unos a
otros, como yo les he amado, ámense también entre ustedes. La señal por la que
conocerán todos que son discípulos míos será que se aman unos a otros“ (Juan
13, 34-35).
Esta es la buena noticia que reclama de cada uno
de nosotros un paso adelante, un ejercicio perenne de empatía, de escucha del
sufrimiento y de la esperanza del otro … poniéndonos en marcha por el camino
exigente de aquel amor que se entrega y se gasta gratuitamente por el bien de
cada hermano y hermana … Toda actividad -de los cristianos-, debe distinguirse
por una actitud de servicio a las personas … El servicio es el alma de esa fraternidad que edifica
la paz.”
Papa
Francisco
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