domingo, 28 de febrero de 2016

Para pensar, para rezar...


En el Evangelio de este domingo sale la parábola de una higuera. En varias ocasiones había acudido su dueño buscando fruto en ella sin encontrarlo: Ya ves tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar un terreno en balde?. Cabe pensar que el propietario de la viña había intentado poner los medios para que el árbol hubiera podido dar su sabroso fruto. Sin embargo, las medidas había sido inútiles.
 


 

         También a nosotros nos ocurre que, cada año, nos empeñamos en la Cuaresma por cambiar nuestras conductas, nuestros corazones…pero no siempre tenemos éxito. Sin embargo; no por ello, debemos dejar de intentarlo. Como decía el Papa Francisco: “Con sus invitaciones a la conversión, la Cuaresma viene providencialmente a despertarnos y evitar el riesgo de ir adelante por inercia.

 

         Dios está con nosotros, y por eso es posible retornar a la primavera de la vida interior, cuando los frutos maduran y las plantas verdean.

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