“La culpa
del terrorismo no es de Dios, pero Él puede ayudarnos a combatirlo”
Habla una de las víctimas del ataque
de terroristas palestinos a la Sinagoga de Roma en 1982. Su hermano, de dos
años, murió.
Gadiel nació en
Roma hace 37 años. Trabaja en una aseguradora y tiene pasión por la
música, toca y canta en un grupo. Sonríe a menudo, tiene ojos vivaces, ama
muchísimo la vida. Pero por dentro está herido.
Su apellido es
Tachè. Y en Roma, evoca años oscuros. Su hermano Stefano fue asesinado a los
dos años de edad en el atentado palestino contra la Sinagoga (1982). Violentas
ráfagas de metralla y bombas de mano, ese día de fiesta de la comunidad, le
quitaron su hermano y su infancia.
“Yo era un niño de
4 años, tenía toda la vida delante y era feliz, hasta las 12 de ese 9 de
octubre”. Solo en los días posteriores sufrió unas treinta intervenciones
quirúrgicas, y después muchas otras: “Tengo esquirlas metálicas por todo el
cuerpo, me dieron por todas partes”.
Después las
heridas del alma. Las de un niño que se despierta del coma y ya no encuentra a
su hermano, con el que jugaba el día antes. “No recuerdo casi nada, mi mente lo
ha borrado todo, pero me han contado que para mí fue trágico descubrir que
Stefano ya no estaba”.
“No culpo a Dios
por lo que pasó, no se puede culpar a Dios por algo semejante, la culpa la
tienen los hombres, que tienen el mal dentro de ellos. Solo una persona – que
no puede siquiera ser llamada persona – puede hacer esto. No es humano, así que
no puedo echar la culpa a Dios”.
Gadiel creció en
una familia que ha intentado darle una vida “normal”, una cierta tranquilidad y
serenidad emotiva. Y ha crecido en la fe de su pueblo: “Hoy creo que tengo una
fe profunda, que estoy particularmente ligado a Dios, me siento profundamente
judío”.
La familia Tachè
siempre ha protegido su dolor con el silencio. “Hemos tenido dentro mucha
rabia, porque uno no se resigna nunca a que no llegue la justicia. No hubo
justicia ese día, nadie ha pagado ni cumplido ni un día de cárcel, y esto hace
a mi familia poco feliz, es más, profundamente infeliz”.
Después, Gadiel
empezó a hablar: “Mi rabia casi explotó. No era justo callar, que la opinión
pública, pero también muchos de mis amigos, no recordasen el hecho o no
supieran lo que pasó”.
Treinta años
después, en 2012, gracias al empeño de Gadiel, el presidente de Italia, Giorgio
Napolitano, incluyó el nombre de Stefano en la lista de las víctimas del
terrorismo. Y en febrero de 2015, también el presidente actual Sergio
Mattarella, recién elegido, recordó a Stefano como “víctima del terrorismo”.
Frente a lo que
sucede hoy en el mundo, Gadiel está muy preocupado: “Estamos afrontando un
periodo que me da mucho miedo, muy distinto del que pasamos en 1982. Los
atentados parecen ya la normalidad, y esto no es aceptable. No hay que
dar la responsabilidad a Dios, pero podemos pedir a Dios que nos de la fuerza a
los hombres para combatir el mal”.
Gadiel se encontró
con el Papa Francisco, durante la visita a la Sinagoga, ante la placa que
recuerda la muerte de su hermano. Y ha participado también en la organización
de la visita.
“Es uno de los
pasos más importantes de este Papa. Está siguiendo un camino importante, que
comenzó con Juan Pablo II y que continuó con Benedicto XVI. Estamos en un
momento en que las tres religiones monoteístas deben dialogar y colaborar. Si
queremos la paz, tenemos que dialogar y encontrar una armonía”.
Y así, tiende una
mano también a los musulmanes. “Espero que este recorrido sea una forma para
abrir un dialogo también con el Islam, porque si de verdad queremos la paz,
necesitamos el diálogo”. ¿Un imán en la sinagoga? ¿Por qué no? “Si de
verdad hay voluntad de dialogar por parte del mundo musulmán, sería oportuno
hacerlo, obviamente deben existir presupuestos que debemos crear
juntos, Creémoslos”.
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