domingo, 12 de mayo de 2013

Jesús Manuel (VI)


El 17 de diciembre de 2011 cumplió los 43 años. Sus papás y su hermana le hicieron una fiesta y muuuchos regalos (le encantaba desenvolver regalos… En Navidad, ¡él era el encargado de desenvolver los de todos!) Pero Jesús ya estaba muy cansadito, ya no tenía muchas fuerzas.
 


Las Navidades del 2011-2012 (las únicas que vivió con su familia gallega) fueron perfectas: pudo conocer a toda la familia que no conocía, y viceversa. Estaba feliz, pero la salud ya no le acompañaba. Gracias a Dios, su edad mental de 3-4 años, un poco más para algunas cosas, hacía que él no se diese cuenta de que… se estaba apagando como una velita.

Con la llegada del nuevo año, el 2012, todo empezó a precipitarse de un modo vertiginoso. El proceso de envejecimiento que sufre una persona desde los 70 a los 100 años, él lo vivió en apenas medio año. Pero siempre con una gran sonrisa y mucho amor dado y recibido.

Para la familia era demoledor ver como cada día Jesús ya no era la persona que era el día anterior. Pero ni el cansancio, ni el desánimo, ni la debilidad hicieron mella. Siempre a su lado. Su familia lo dejó todo (todo) por acompañarle hasta el final y hacer que su vida fuera cada día una ilusión, un juego, mil sonrisas…

Sus padres y su hermana no durmieron –en sentido estricto- durante un año y medio; y cuando lo hacían, se turnaban, porque sabían que podía pasar en cualquier momento. Fue, hasta aquel momento, el año más duro, a todos los niveles, de sus vidas. Sólo superados ahora, por el dolor de su ausencia.


Pasó un verano con muchas complicaciones. Con la única excepción del día 23 de julio, el día  del cumpleaños de su hermana, en el que, por un día, volvió a ser el niño que era antes: lleno de vida, de jovialidad, de risas… Quiso ir a la playa y lo llevaron a Cabío. Incluso fue un día soleado, con calor pero no en exceso, y el agua del mar parecía la de nuestro amado mediterráneo. Fue una cadena de sincronicidades que fue el mejor regalo que les pudo dar. Era como si estuviera diciendo a su familia y, en especial a su hermana: “Es así como quiero que me recuerdes el resto de los días de cumpleaños que vivas”.

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