Poca gente
ha visto a un monje en un skate.
Es algo poco
usual. Sin embargo, gracias a Fray Gabriel es posible.
Cuando entró
en el monasterio tuvo que dejar su pasión por el skate. Unos años más tarde
el prior le dijo que recuperara su antiguo hobby y ahora, junto con la música,
lo usa para acercar a Dios a las personas.
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